El lunes después de la Semana Santa, cuando toda Sevilla se despereza y empieza a recuperarse de los días de tradición, se nos ocurre pasar un par de jornadas para conocer, al menos, su parte antigua. No da para mucho más.

     Para pasar la noche del lunes elegimos un pequeño hotel embutido en pleno barrio de Santa Cruz, decorado con mucho gusto (repleto de instrumentos musicales y cuadros con alegorías a la música, a 3 minutos de la catedral y la giralda y rodeado de pequeñas tasquitas y restaurantes (aunque un poco para guiris). Se trata del Hotel Amadeus.

 

 

 

     El centro turístico de Sevilla está repleto de plazuelas pequeñas y estrechas calles. En los alrededores de la catedral, las plazas se inundan de bares y restaurantes (sobretodo en el barrio de Santa Cruz) con multitud de hostales de todos los precios y estrellas.

     A su alrededor, otras calles y plazas aun mas grandes con iglesias, conventos y edificios añejos, algunas calles muy comerciales junto a otras con ese regustillo antiguo, esas tasquitas ancianas donde se come y se bebe señorialmente. 

 

     Una suerte que coincidiéramos con la exposición de Body Worlds, un espectáculo de cuerpos auténticos que, con un proceso llamado plastificación, dejan ver todos sus órganos, huesos, músculos, venas y arterias. Merece la pena.

 

     A la majestuosa catedral fuimos los dos días que pasamos en Sevilla. El primero aun no eran las once y las taquillas ni estaban abiertas. Entramos por una puerta lateral y recorrimos tranquilamente los pasillos con el edificio casi desierto. En la iglesia principal daban misa, el coro estaba cerrado al público y la entrada al pasillo interior de la Giralda aun permanecía cerrado. El día siguiente, martes, fue distinto. Había una cola inmensa todavía con las taquillas sin abrir y solo se podía acceder a una capilla lateral donde daban misa. En vista de esto, volvimos un par de horas después tras visitar la Torre del Oro.

     La entrada, ya ven al lado, 8 € por cabeza (que incluye la iglesia del Salvador, que no fuimos). Como curiosidad, cogimos un plano en japonés.

     Ahora bien, se permiten hacer las fotos que te de la gana, no como en otros sitios donde también cobran entrada y luego no te permiten sacar la cámara (la catedral de Toledo y el museo de Julio Romero de Torres en Córdoba son prueba de esto). De modo que me pasé una hora colocando mi nueva Nikon en los sitios mas heterogéneos que encontré, bancos y sillas de madera, papeleras , el órgano del coro, bases de columnas o el suelo mismo. Todo para sacar varias instantáneas decentes que puedan acercar a mostrar la verdadera grandiosidad del conjunto.
     Estas dos de arriba están realizadas desde el patio de los naranjos, el patio interior repleto de canales y fuentes que, como en la Mezquita de Córdoba, recolectaba y distribuía agua de lluvia para el riego y el consumo.

 

     Mención aparte merece la Giralda, la gran torre adyacente a la catedral que parece como si no formara parte de ella (igual no la forma, no lo sé, no he indagado en pormenores arquitectónicos, otras veces si, pero ahora no).

     Tan enorme que se ve desde cualquier parte, además es visitable y desde sus ventanas, al ir subiendo, se tienen unas vistas magnificas del entorno y de la catedral misma.

     Son 32 pisos (que no se hacen demasiado pesados) en rampa y numerados para acceder a los últimos miradores donde viven las campanas y desde donde se tienen vistas magnificas.

     Junto a estas líneas, los servicios de la catedral, con acceso desde el patio de los naranjos y embutidos en el sótano del edificio. Todo un ejemplo de simbiosis con el entorno.

 

     Los alrededores de la catedral también conservan edificios bonitos.

     En estas fotos puede observarse: El Hotel Alfonso XII, emblemático y afamado, los reales alcázares (donde no pudimos entrar ya que la cola era infinita), y la fabrica de tabacos, hoy sede de la universidad de Sevilla con unos pórticos bellísimos.

 

     Embutida en el enorme parque de Maria Luisa, la plaza de España es un gran semicírculo azulejado, flanqueado por 2 torres bellísimas y con un pequeño estanque circular con puentes que lo atraviesan y una gran fuente central. El borde interno del semicírculo esta formado por pequeños departamentos donde se reflejan las distintas provincias en unos mosaicos de azulejos con escenas históricas o paisajes alusivos a cada trocito de España. Sin duda, nunca una plaza de España representó mejor a este país.

     El conjunto ha sido escenario de multitud de películas entre ellas una de la saga de la guerra de las galaxias.

 

     La Torre del Oro, vigilante junto al Guadalquivir, es otro emblema de Sevilla. El día que fuimos, martes, la entrada era gratuita. En su interior conserva un pequeño museo náutico con imágenes, barcos a escala, mascarones de proa, cuadros marineros y mapas antiguos alusivos a la conquista del nuevo mundo y a algunos marinos ilustres españoles.

     A su plataforma superior se asciende por una escalera de caracol. Merece la pena el esfuerzo para observar unas curiosas vistas de la orilla del río y los embarcaderos cercanos de los ferrys turísticos.

 

 

     Además de todos los edificios, monumentos, calles celebres, barrios típicos, Sevilla es mucho más y algunas de esas otras cosas están reflejadas a continuación. Están juntas, agrupadas y además, revueltas.
     Un antiestético pero funcional tranvía recorre gran parte del centro y une varios barrios. Además se le ha unido desde hace poco el Metro de Sevilla, bien esta todo lo que haga mas sencilla, moderna y veloz la vida del sevillano.
     Un ejemplo del enrejado de algunas casas del centro antiguo de Sevilla
     Esta es la plaza del Salvador. Dos iglesias enfrentadas en una plaza abierta repleta de sillas y mesas de bares de tapas, quizás para turistas, pero también se dejan caer muchos sevillanos alertados por el ambiente.
     El centro urbano y de siempre de Sevilla es la calle Sierpes, desde el principio hasta el final y alrededor de ella, las calles Tetuán y Cervantes, llenas de tiendas modernas de moda. Con los centros comerciales periféricos quizás este en decadencia pero una merienda en la campana aun merece la pena.
     Una iniciativa practica y curiosa que ojalá estuviera presente en muchas ciudades: Bicis de alquiler.
     Otra iglesia en pleno barrio de Santa Cruz.

 

     Guardé este ticket con la intención de protestar por lo abusivo de los precios en muchos bares y restaurantes del centro, sin duda para turistas. Luego recordé lo que me costaron las cervezas y los platos en Londres y, que narices, se les paga con la misma moneda (nunca mejor dicho).

     Sin embargo, en esta ciudad, me costó encontrar bares de siempre, donde tapean los sevillanos, seguro que con precios mas asequibles y mas calidad y variedad.

     El restaurante Pizzería San Marco, enmarcado en un baño árabe casi subterráneo. Tiene 2 establecimientos en pleno centro. Nosotros lo desechamos porque buscábamos mas tapeo y menos mesa y mantel. Pero el sitio promete.
     Junto a la Catedral, un genuino pub ingles con varias barras y comida típica. Típicos camareros ingleses, típica cerveza Guinnes. Perfecto para reponer fuerzas después de la subida a la Giralda.
     Otro comercio moderno en pleno centro. Los edificios altos en plenas calles estrechas proporcionan sombra, tan necesaria en esta calurosa ciudad.
     Una de las puertas de entrada de la Universidad, la antigua fabrica de tabacos, un cuadrilátero perfecto junto al centro y en una encrucijada de calles y plazas siempre con gente de aquí para allá.
     Y con esta imagen decimos adiós a esta cercana capital que bien merece otra visita, mas sosegada, mas aventurera y descubridora. A Sevilla le debemos volver.
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