EL VALLE DEL COLCA
     Los dos días siguientes haríamos una excursión en grupo, no en privado, que nos llevaría a Chivay pasando por diversas poblaciones y reservas nacionales de la pampa andina peruana. Luego terminaríamos en Puno. Nuestro guía Mariano nos dio un mapa explicativo con algunas características del trayecto y dibujos de los distintos camélidos.

 

     Salimos temprano de Arequipa hacia el norte, al principio la carretera se llenaba de convoys de camiones cargados de mineral en bruto. Al final de cada uno, una furgoneta avisaba con un número, la cantidad de camiones que completaba el grupo. Eso y otros vehículos cargados con frutas hizo que el camino fuera lento al principio.

 

     La carretera atravesaba llanuras resecas con algunos grupos de llamas, alpacas y vicuñas. Pasamos por Yura, al abrigo del volcán Chachani teniendo siempre en el horizonte la columna blanca de las erupciones del Sabancaya.

 

     Paramos para estirar las piernas en un establecimiento donde nos ofrecieron té de distintas hierbas que nos ayudarían a sobrellevar la altura. Nuestro guía Mariano, un buen tipo y magnífico guía, nos ofreció hojas de coca y nos enseñó como consumirlas.

 

     Bordeábamos la reserva forestal de Salinas y Aguada Blanca con algunas lagunas naturales donde pastaban mas camélidos y nadaba alguna colonia de patos y gansos salvajes.

 

     Paramos en diversos miradores para contemplar el paisaje. Entre ellos el mas famoso es el llamado mirador de los Andes donde puede divisarse una llanura inmensa con diversos volcanes al fondo. La zona cercana a la carretera está sembrada de montículos realizados con piedras que los turistas han ido colocando poco a poco. Yo no sé muy bien porqué pero últimamente esta práctica tiene muchos detractores entre los ecologistas porque al parecer degrada el terreno? Mientras se ponen de acuerdo o no, nosotros dejamos nuestros dos montículos que muestro en una de las fotos siguientes.

      En este mirador una de las componentes del grupo comenzó a sentirse mal hasta casi perder el conocimiento a causa de la altura. Fue el único percance que vimos por el mal de altura en todo el viaje. Para casi todos, este recorrido nos sirvió de aclimatación ya que pasamos, casi sin notarlo, por alturas de mas de 4000 metros. También pudimos observar una especie de ardilla-conejo de los andes, difícil de ver.

 

     Mas o menos a la hora de comer después de mas de 200 Kms. llegamos a Chivay donde pernoctaríamos esa noche.

     Almorzamos a la entrada del pueblo, muy cerca de nuestro hotel. Almuerzo buffet con algunas especialidades peruanas que Mariano nos iba enseñando. También probamos unos postres muy ricos.

     Después nos distribuimos en los distintos hoteles. El nuestro, Hotel Casa Andina Colca, se encontraba a la entrada del pueblo. Compuesto por distintas casitas rusticas de piedra con mobiliario de madera y un calefactor eléctrico en cada una, imprescindible para aplacar el frío nocturno que barría el lugar a causa de la altura. De día la temperatura era agradable pero en cuanto se ponía el sol bajaba un montón.

 

     Chivay es una pequeña localidad situada a la entrada del cañón del Colca. No tiene mucho más que una pequeña plaza desde donde parte una calle peatonal con varias estatuas representando las distintas tribus con sus trajes multicolores. La calle termina en un mirador junto al río desde donde se ve parte del cañón. No faltaba el mercado cargado con productos locales y souvenirs y los carrotaxis pintados y adornados. En uno de los puestos compré un dvd con muchas canciones de grupos que yo creí peruanos pero que luego resultaron ser bolivianos. Ahí me la colaron.

 

     Esta piedra tallada sirvió a nuestro guía para explicar las peculiaridades de las terrazas de cultivo y de como los incas aprovechaban cada palmo de terreno para sus sembrados con su propio sistema de regadío.

 

     Cuando llegamos a la plaza se representaba una danza ritual alrededor de la fuente central. Entre todos los personajes de la representación sobresalían algunos con faldas largas y sombreros con flecos que cubrían la cara. Se trata de hombres vestidos de mujer conmemorando un acontecimiento que tuvo lugar en el pasado cuando algunos residentes del pueblo se disfrazaron para rescatar sus mujeres raptadas por una tribu cercana.

     Nosotros pasamos la tarde posando con algunos animales y merendando en un destartalado balcón de un restaurante de la plaza al que, curiosamente, se accedía desde un dormitorio.

     A nuestra espalda el Sabancaya rugía y dejaba escapar su furia cada pocos minutos.

 

     Esa noche cenamos en el hotel a tiempo de ver como Perú ganaba 2-1 a Bolivia y se acercaba aun más a la ansiada clasificación para el Mundial.

 

     Al día siguiente salimos temprano del hotel para adentrarnos en el valle del Colca.

     En el autobús, nuestro guía, Mariano, nos ilustraba con las características del cañón, su proceso de formación y su profundidad. Paramos en algunos miradores desde donde se podían ver diversos almacenes de grano en sitios inverosímiles (pensábamos que eran tumbas) a salvo de expolios. Al fondo del cañón transcurría el río Colca que delimita casi toda la actividad agrícola de la zona.

 

     Una vez de vuelta al autobús empezamos a bromear y apostar cuantos cóndores veríamos. Mariano lejos de tranquilizarnos nos contaba como alguna vez no aparecía ni un solo animal y como los mismos turistas le decían que no importaba, que el cañón por si solo merecía la pena.

     Afortunadamente, cuando desde el mismo autobús comenzamos a ver aves salimos todos en estampida en medio de la misma carretera aunque aun faltaban unos 200 metros para llegar al aparcamiento.

 

     Hasta 9 ejemplares llegamos a ver, creo que todos jóvenes. Aprovechaban las corrientes de aire ascendente planeando sobre nuestras cabezas. Impresionantes animales, los mayores voladores no acuáticos del mundo.

     Resultaba difícil fotografiarlos en el aire pero a veces se posaban en algún saliente a este lado del cañón y podían verse con tranquilidad y nitidez.

 

     Caminamos entre los distintos miradores hasta que poco a poco dejaron de verse desapareciendo en la parte baja del cañón.

 

     Volvimos al autobús satisfechos con la experiencia y continuamos la marcha, esta vez en sentido contrario, parando en algún mirador con vistas privilegiadas del valle. También paramos en Maca donde vimos la iglesia de Santa Ana y, ya cerca de Puno, descansamos en un mirador frente a la laguna de Lagunillas. Allí almorzamos un tentempié que nos prepararon en cajas individuales.

 

     Llegamos a Puno casi de noche y solo nos dio tiempo de dar un breve paseo por los alrededores del hotel, llagamos hasta una plaza cercana con una iglesia toda iluminada y frente a ella una representación de la comunidad de maestros en huelga. Estos eran mucho mas pacíficos que en Lima y solo informaban a los paseantes y recaudaban fondos a través de una larga fila de monedas dispuestas en el suelo. Tomamos café en una cafetería cercana llamada Ricos Pan que yo había visto en un video de un chico mejicano que tiene toda una serie en You Tube de su viaje por Perú. Yo no me pude resistir a una fresquita Cuzqueña negra. Creo recordar que cenamos en la habitación después de comprar algunas empanadas en un gran centro comercial que encontramos.

     Ya estábamos en el gran lago Titikaka. El lago navegable situado a mayor altura del mundo.

     Una advertencia: Cuando se sube una gran altura en poco tiempo la diferencia de presión puede hacer que algunos botes con líquidos o cremas se hinchen y hasta llegar a estallar. Si esta te ocurre con un frasco de crema para las manos o algún maquillaje facial las consecuencias pueden ser desastrosas con la ropa de la maleta si no van lo suficientemente protegidas. Esto casi nos pasa a nosotros cuando encontramos un neceser que llevábamos totalmente pringado de un potingue marrón de un frasco estallado. Tuvimos suerte que estaba envuelto en plástico y no llegó a manchar nada mas.