CUZCO Y VALLE SAGRADO
     El hotel Terra Viva Centro se halla situado a un par de calles de la plaza de armas y mas cerca aun del mercado de San Pedro. En una antigua casona señorial con un par de patios centrales rodeados de arcadas de madera y piedra. Muy cuco el hotel.

 

     Llegamos con el tiempo justo para asearnos y dar un paseo de reconocimiento por la ciudad llegando a la plaza de armas y subiendo por la cuesta de San Blas hasta llegar al barrio de San Blas pero no vimos nada interesante que no fuera multitud de tiendas y restaurantes y muchas chicas ofreciendo masajes.

     Ya en el camino puede hacerse uno una idea de la típica arquitectura incaica, cuyos muros de piedra permanecen inalterables en el tiempo soportando terremotos y demás inclemencias con mucha mas fortaleza que los actuales. Prácticamente la totalidad de la base de los muros de esa zona (incluida la famosa piedra de 12 ángulos) son incas.

     Cenamos en un restaurante, bar de tapas, llamado Cicciolina situado en la segunda planta de una casona señorial con el sugerente nombre de Casa de las Arpías.

 

     Al día siguiente comenzamos temprano el tour por la ciudad visitando primero el Korikancha, un templo inca político y religioso. Un lugar sagrado donde se rendía adoración al máximo dios Inca: el inti (el sol). Originariamente sus paredes estaban recubiertas de oro. Sus muros, como corresponde a un sitio imperial, está compuesto de piedras simétricas con un leve almohadillado en los lados, con agujeros evacuadores de lluvia. La piedra predominante es la andesita que se talla y se pule con piedras de río que contiene cuarzo.

     Este templo estuvo durante mucho tiempo sepultado por el convento de Santo Domingo que se construyo justo encima y que se vino abajo en el terremoto de 1650 dejando ver las paredes intactas del Korikancha.

     Recorrimos ambos sitios en poco mas de una hora haciendo hincapié en la disposición de las piedras incaicas y en la belleza de los techos del convento que aun conserva trozos originales.

 

     De allí fuimos a la plaza de armas, el corazón de Cuzco, actual y originariamente pues, en los tiempos del imperio, de allí partían los caminos hacia las cuatro regiones del reino inca. No permanecimos mucho rato en ella porque ya tendríamos tiempo en días sucesivos de recorrerla con detenimiento.

     En la esquina noroeste se encuentra la Catedral de Cuzco o Basílica de la virgen de la Asunción, principal templo de la ciudad. Entramos solo para un corto vistazo.

 

     Camino de las 4 ruinas paramos en este mirador con vistas excelentes de toda la ciudad donde se puede observar la amplitud del valle rodeado de montañas.

 

SAQSAYHUAMAN

Y llegamos a las primeras ruinas incas de los alrededores de Cuzco. Sacsayhuaman.

     Esta fortaleza santuario inca se encuentra alejada 2 Kms. al norte de la ciudad abarcando mas de 3000 hectáreas. Es donde la típica construcción inca toma su mayor escala, con muros de más de 9 metros de alto. La roca era toscamente cortada en una cantera cercana y trasladada a ese lugar donde se le daba el pulido definitivo.

     En sus orígenes pudo tener carácter religioso o incluso utilizarse como fortaleza militar. En la actualidad se celebra aquí el Inti Raimi, un festival anual del solsticio de invierno en el hemisferio sur (24 de junio) donde se escenifica un ritual ancestral del culto al dios sol.

 

     Parece o quiere parecer que hay figuras diseñadas entre sus piedras y rocas de las que se distinguen una garra de puma, un perro o una serpiente y otras muchas figuras pero esto bien pudiera ser casualidad.

 

Q'ENQO

     Se encuentra a solo 1,5 Kms. de Saqsayhuaman. De este complejo arqueológico aun queda en pie una cámara subterránea que se utilizaba como sala de sacrificios con diversos labrados en sus paredes y techos y lo que parecía ser un observatorio astronómico que los incas utilizaban para medir el tiempo y establecer las estaciones. También conserva una especie de anfiteatro para ceremonias públicas donde parece verse un trono real.

 

PUCA PUCARA

     4 Kms. mas al norte se encuentra Puca Pucara. En este complejo ni siquiera entramos, lo vimos desde lejos. Parece ser que fue una construcción militar a modo de estación de tránsito camino de Cuzco.

 

TAMBOMACHAY

     Casi enfrente de las ruinas de Puca Pucara se encuentra Tambomachay, un sitio arqueológico destinado al culto del agua. Se compone de una serie de acueductos, canales y fuentes que discurren por las rocas. Llama la atención que la salida principal de agua se bifurca en dos fuentes secundarias exactamente iguales. Para proteger la zona, una cuerda delimita el terreno y prohíbe el paso a las fuentes.

     Cuando estábamos allí, de improviso, un pequeño colibrí apareció como de la nada y comenzó a alimentarse de las flores de un arbusto junto a las ruinas. No fueron mas de 15 segundos. El pájaro se movía con destreza y se quedaba inmóvil en el aire mientras libaba néctar. Con suerte pude sacar algunas imágenes que son las que muestro.

 

     Almorzamos ya de vuelta en el Mesón de Don Tomas, en una calle saliente de la plaza de armas, muy cerca de ella. Allí cayó el primer cuy del viaje. Mi mujer se lo zampó entero. Yo pedí anticuchos servidos con patatas. También cayeron algunas cuzqueñas.

 

     Luego nos acercamos a fotografiar la enorme plaza de armas aprovechando las primeras horas de la tarde cuando estaba bastante vacía.

 

     Tomamos café en una terraza estrecha en la segunda planta de una cervecería-pub irlandés, en una esquina junto a la catedral. Desde allí pude hacer un video time-lapse de varios segundos con escenas que dan una idea de la afluencia y el trasiego de la plaza.

 

     Cenamos en la habitación del hotel unas empanadas y dulces que compramos en un almacén frente al hotel. El sitio debía ser recomendable viendo el numero de paisanos que compraban allí. Creo que se llamaba Delys.

 

     Las visitas del día siguiente incluían zonas turísticas mas alejadas de Cuzco. Un recorrido circular con la vuelta por carreteras poco transitadas y en no demasiado buen estado.

     El guía que nos tocó en suerte era un señor ya entrado en años que cojeaba de una pierna por un accidente de moto años atrás. No daba demasiadas explicaciones y no subía con nosotros a las partes altas de los yacimientos, en su lugar se quedaba descansando mientras nosotros pateábamos colina arriba por nuestra cuenta. Aun así era muy saludado y venerado por los demás guías. Siento no recordar su nombre.

 

     Hicimos la primera parada en las salineras de Maras, una curiosidad mineral que es aprovechada por los lugareños para recolectar distintos tipos de sales que luego envían a los mercados de la región. Para ello construyen pequeños pozos familiares de unos 5 metros cuadrados que rellenan con el agua salada que sale de un manantial natural mas arriba en el monte. El agua del manantial, dulce de inicio, se convierte en salada al pasar por entre una gran veta de sal gema. El sol se encarga de evaporar el agua dejando el sedimento salado para ser recogido.

     Se pueden ver hasta 3000 de esos pequeños pozos en la zona, abarcando una enorme superficie blanca y brillante que puede verse incluso desde la carretera entre la montañas.

     Además de cloruro de sodio, esta sal contiene otros minerales como calcio, hierro, magnesio y cobre. En la misma salinera se venden paquetes de sal a precio elevado: Sal rosada (solo hay cuatro lugares en el mundo con esta variedad) y sal mezclada con varias especias para condimentar comida. Todavía no he usado nada de lo que compramos.

 

     Continuamos carretera adelante para llegar al sitio arqueológico de Moray.

     Se trata posiblemente de un centro de investigación agrícola incaico donde se llevaron a cabo experimentos de cultivos a diferentes alturas. La disposición de las gradas permitía crear hasta 20 microclimas diferentes con distintas temperaturas. Esto puedo haber servido para localizar zonas para un mejor aprovechamiento de los cultivos.

      La visita fue bastante rápida, ni siquiera bajamos a la base de los andenes, solo los vimos desde fuera, aun así se hace uno idea del lugar y su cometido.

 

     Esta es la única foto del lugar donde estamos los dos. Fue hecha por nuestro guía con el sol de frente. Pueden hacerse una idea.

 

     Tocaba ahora la parada turística de rigor. Un establecimiento cercado junto a un restaurante donde se exhibían algunos camélidos y cuines y se impartían explicaciones de la producción y el teñido de la lana en distintos colores utilizando productos naturales como el maíz morado, algunas bayas y lo mas curioso, la cochinilla: pequeño insecto parasito de las chumberas que al aplastarlo da un color rojo intenso muy apreciado en la coloración de tejidos y carmín. Incluso se cultiva la planta donde vive el parasito (en el camino vimos enormes extensiones de chumberas alineadas que se dejaban parasitar por cochinillas para su recolección).

 

     Chinchero, nuestra siguiente parada, es un pequeño pueblo peruano declarado patrimonio histórico en 1972 y parque arqueológico en 2005. Aun pueden verse restos incaicos ya que aquí se establecieron algunos palacios para la élite. Sus empinadas calles conservan muros y suelos empedrados con carriles de desagüe.

 

     Actualmente se construye un aeropuerto internacional que parece que dará mucha vida a esta zona. Seguramente con el tiempo esta localidad crecerá exponencialmente.

 

     Volvimos tarde a Cuzco. Nos quedamos en la plaza de armas para dejar pasar las ultimas horas del día. Otra vez nos acercamos a la piedra de 12 ángulos para conseguir alguna buena foto, anteriormente había demasiada gente alrededor y no había forma. Esta vez estaba desierta.

     Cenamos de nuevo en la habitación, empanadas y dulces con alguna cerveza y refrescos que compramos en un pequeño almacén cercano al hotel.

     La última foto es de un rincón del hotel catalogado como zona segura en caso de terremotos. Carteles como estos están presentes en muchos lugares anunciando los muros mas resistentes de cada casa o establecimiento. Indican donde hay que resguardarse.

 

     Al día siguiente partiríamos de Cuzco hacia el valle sagrado donde haríamos una noche antes de subir a Machu Pichu, pernoctar allí y volver a Cuzco posteriormente. Para estos días solo podíamos llevar una bolsa grande con ropa para 3 días, dejando las maletas en el hotel de Cuzco ya que el tren a Aguascalientes no permitía llevarlas. A pesar de ello luego vimos en el tren subir bultos y mochilas enormes.

     En el trayecto visitaríamos varias localidades y yacimientos famosos del valle sagrado, grandes ciudades incas diseminadas en el valle del Urubamba que tienen su culminación con la creación de Machu Pichu como gran centro ceremonial del Tahuantinsuyo, el gran reino inca.

 

     Primero visitamos Pisac, un gran complejo arqueológico situado en la ladera del valle con edificaciones en la parte alta y los cultivos en andenes hacia la parte inferior. El pueblo del valle, sin embargo es de la época colonial. Nosotros recorrimos la parte alta en poco mas de una hora mientras nuestro guía nos esperaba abajo.

 

     En la otra parte del cañón, diferenciado del resto, pueden verse algunas cuevas que se utilizaron como enterramientos incas en sitios inverosímiles posiblemente para resguardarlos del posible expolio de las tumbas.

 

     Luego, ya con nuestro guía recorrimos otra zona del complejo donde se hacen visibles las peculiaridades de las construcciones incas con sus muros inclinados hacia dentro, sus nichos, ventanas y canales de desagüe.

 

     Mas tarde, abajo en el pueblo, aun tuvimos tiempo de recorrer el colorido mercado local, repleto de ropa, bolsos y baratijas.

 

     Almorzamos en un hotel restaurante llamado Posadas del Inca, simulando un pueblo colonial con plaza e incluso iglesia. La comida, tipo buffet con especialidades andinas y ricos postres.

 

 

    Ollantaytambo es otro enorme sitio arqueológico situado en pleno valle sagrado. Tan grande que desde abajo, mires donde mires, pueden verse construcciones incas, incluido algunas de ellas, utilizadas como graneros, en sitios inaccesibles, en las laderas de las montañas. Por su grandeza, de estar situado en un sitio mas alto incluso le haría sombra a Machu Pichu.

     Cuando lo recorrimos, ya entrada la tarde, el contraste de luces hacia difícil conseguir una buena fotografía panorámica del lugar.

     Muy cerca de aquí comienza uno de los tramos mas famosos del camino inca que tiene como parada final las ruinas de Machu Pichu.

     Ollanta, declarado Parque Arqueológico con la Resolución Directoral Nacional Nº 395 del año 2002. Tiene una extensión de 34,800 hectáreas.

 

  

      Es uno de los escasos sitios donde se levantaron andenes de resistencia para evitar desplazamientos del terreno y no solo con carácter agrícola.

     Aun se conservan centros ceremoniales, plazas, puentes y acueductos.

 

     El lugar escogido para pernoctar en el valle fue el Hotel Recoleta San Agustín en Urubamba. Emplazado en un antiguo convento de estilo colonial que tenia incluso una iglesia en su interior. Esa noche decidimos no bajar al pueblo ni visitar los baños termales cercanos. Cenamos en el mismo hotel.

     Antes de llegar allí visitamos un establecimiento que fabricaba chicha morada, un brebaje del tiempo de los incas que se hacía con maíz morado. Incluso compramos una botella de la bebida en cuestión. No tengo fotos del sitio pero si recuerdo bien que cuando abrí la botella, ya en la habitación del hotel, entre el movimiento del coche y la diferencia de presión, comenzó a salir una espuma rosada que puso perdido el piso y el baño y cuando dejo de espumar solo quedaba la tercera parte del liquido, que por cierto estaba asqueroso.

 

     El día siguiente partiríamos hacia Ollantaytambo para tomar el tren a Aguascalientes. Hago aquí una elipsis temporal para comentar la vuelta a Cuzco después de visitar Machu Pichu, dejando los días de el gran centro espiritual inca en otro apartado único.

     Volvimos de Machu Pichu bien entrada la noche. Como además estábamos molidos después de subir el Wayna Pichu nos fuimos a la cama temprano. Al día siguiente teníamos todo el día libre en la ciudad.

     Una vez desayunados volvimos de nuevo a la plaza de armas para conseguir fotos con la luz de la mañana y desde allí caminamos buscando algo que nos quedara por ver.

     Yo tenia noticias de un curioso mural con la historia de la ciudad y mirando en el mapa vimos que se encontraba cerca del Korikancha.

     En el camino pasamos por el mercado de San Pedro, un mercado cubierto destinado no solo al comercio de comida de los propios lugareños sino también con varias tiendas de recuerdos, licores y ropa a buen precio.   

 

     En una de las tiendas compre una botella de Pisco, un aguardiente de uva, el ingrediente principal del Pisco Sour, el famoso combinado peruano. un autentico pelotazo que tumba a cualquiera si se prepara en su versión mas fuerte (con 3 partes de licor, una de agua azucarada, una de zumo de limón y media clara de huevo).

 

     El korikancha desde fuera, dejando ver los muros incaicos originales con el templo de Santo Domingo construido encima.

 

     El mural inca en la avenida del Sol relata 5 episodios de la historia de Cuzco. Los orígenes, el Imperio Inca, la conquista española, la rebelión y la modernidad. Su autor es Juan Bravo. Por su colorido tiene cierto aire de comic.

 

     A la vuelta pasamos por el Arco de Santa Clara (conmemorativo de la alianza Perú-Bolivia) que da entrada a la Plaza de San Francisco.

 

     Cuando llegamos a la plaza de armas andaba toda revuelta por una concentración de motos y allí estaban todas, bien colocadas, con muchos curiosos a su alrededor y el mejor escenario posible para un fondo de fotografía, La Catedral.

 

     Como era la hora de comer buscamos un restaurante típico del que tenia noticias.

      Se trata de la Quinta Eulalia. Una típica picantería cuzqueña difícil de encontrar porque mas bien parece un patio familiar.

      Pedimos Chairo (típica sopa-cocido peruano), cuy chactado y rocoto relleno a unos precios muy económicos. Sitio muy recomendable, lastima no haberlo encontrado antes.

 

      Ya quedaba poco para que cerraran cuando visitamos el Museo Inka situado detrás de la catedral.

     Se ubica en una casona señorial llamada la casa del almirante por su constructor original Francisco Aldrete Maldonado, llamado al almirante aunque luego haya sufrido varias reconstrucciones. Actualmente pertenece a la Universidad San Antonio Abad de Cuzco.

     Se exhibe la mayor colección de vasos ceremoniales de madera pero también cerámica, tejidos, armas e incluso algunas momias.

 

      Se nos hizo de noche por las callejuelas escondidas de los aledaños de la plaza junto a los indestructibles muros incaicos donde abundan pequeños pubs originales con terraza en la calle y música moderna.

 

     Cenamos pronto en un establecimiento que no recuerdo y nos fuimos pronto a dormir porque al día siguiente volaríamos a Lima.