LIMA

     Llegamos a Lima sobre las 6 de la mañana. El vuelo fue plácido ya que como junto a nosotros no se ocuparon asientos, Maribel se adueño de toda la fila del medio y durmió mas que en casa. A mi sin embargo me costó descansar y se me hizo un poco interminable. Un taxista nos esperaba para llevarnos al hotel y nos confirmó que luego de un par de horas nos recogería la guía para hacer el city tour por la ciudad.

     El camino hacia el hotel se hizo algo pesado porque la gran carretera que bordea la costa estaba cerrada al trafico, al parecer por una carrera que se iba a celebrar en ese fin de semana y estuvimos dando vueltas por el barrio hasta dar con la entrada a la gran avenida Larco donde estaba el hotel.

     Como aun era pronto nuestra habitación no estaba lista, de modo que dejamos las maletas en recepción para salir en dirección al centro comercial Larcomar y a nuestro primer encuentro, en nuestra vida, con el océano pacifico.

     El día estaba gris. Yo ya sabia que la mayoría de los días en Lima son así, turbios y con un sol apagado que apenas se asoma en el cielo. De no ser así los atardeceres serian preciosos aunque para nosotros, al vivir en Cádiz, nos sea habitual. Allí, en mi tierra, cada ocaso es un regalo.

 

     Desde el centro comercial hay unas vistas magnificas del océano con una amplia y pedregosa playa que ahora, en invierno aquí, se encontraba vacía. A lo lejos se divisaba una escollera entrante en el mar que llega hasta uno de los restaurantes mas conocidos del lugar, La Rosa Náutica.

 

     Miraflores es uno de los barrios pudientes de la ciudad. Es muy seguro para pasear y por todas partes pululan policías y guardias de seguridad privada. Incluso vimos agentes motorizados con cámaras en la cabeza grabando mientras conducían o ayudando a descongestionar el trafico. Muchos de los grandes hoteles de Lima se ubican en este barrio.

     Justo a la entrada del centro comercial se ubica un parque con una zona infantil con una estatua del curioso personaje inglés de Paddington.

     No nos dio tiempo a mucho mas. Volvimos al hotel con prisas para comenzar el city-tour con nuestra primera guía en el país.

     Se presentó puntualmente junto con el conductor, toda vestida de negro y con un sombrero del mismo color. A mi me recordaba el tétrico personaje de la película "Poltergeist" y mas cuando nos contó algunas historias de espíritus que le habían sucedido mientras visitaba las catacumbas de la iglesia de San Francisco que luego visitamos. Isabel se llamaba, bueno, se llama.

 

     Comenzamos visitando un parque cercano al centro comercial, el llamado Parque del Amor, con semejanzas al parque Guell barcelonés, con sus bancos y muros realizados con mosaicos de trozos de cerámica (ahí se acaban las semejanzas).

     El parque esta lleno de frases celebres escritas en los muros pero su mayor interés está en la estatua "el beso" realizado por Víctor Delfín y sugerente desde todos los ángulos. Al parecer, cada 14 de febrero se organiza una competición en el parque para otorgar premios "al beso mas largo".

     Desde allí también se tienen bonitas vistas del océano y una perspectiva distinta del espigón del restaurante.

 

     La siguiente visita fue a la Pirámide Pucllana. Se trata de un centro ceremonial y arqueológico inca del siglo IV. Desde fuera no parece mas que un apilado inconexo de ladrillos de adobe unidos por argamasa pero también incluye salas de exposiciones e incluso una cafetería restaurante. Nosotros solo lo vimos desde fuera y aun no se porqué.

 

     De allí fuimos directamente a la plaza de armas, el centro de la ciudad, y la encontramos desalojada y desierta, con todas sus entradas cerradas por causa de la huelga de los maestros.

      Durante los primeros días que estuvimos en Perú el país andaba revuelto. Al parecer el gobierno había subido el sueldo de forma muy importante a los agentes de policía y, los maestros, como funcionarios, andaban protestando porque también ellos querían una subida de sueldo. Además otros funcionarios y profesores privados se habían unido a las protestas y cuando se ponían en movimiento, se liaba.

     Los manifestantes se habían adueñado en la plaza de Sanmartín, adyacente a la plaza de armas y habían hecho del lugar su cuartel general. La protesta ya llevaba varias semanas, parapetados en tienduchas hechas de madera y toldos sin cocinas decentes ni urinarios, el sitio olía como un estercolero y no se podía visitar. Me quedé sin ver la estatua de Sanmartín con su llama en la cabeza. En Puno también vimos manifestaciones pero éstas mucho mas pacificas.

 

      Solo unos pocos turistas se encontraban junto a la valla del palacio del gobierno donde una banda militar amenizaba la espera del cambio de guardia. Aprovechamos para fotografiar los distintos edificios desde la plaza, el Palacio Arzobispal con sus impresionantes balconadas de madera, la catedral que luego veríamos por dentro, la coqueta iglesia del sagrario y el palacio municipal de color ocre. Daba cierta grima ver tanto espacio vacío en una plaza que normalmente es un hervidero.

 

     Accedimos a la catedral por una entrada lateral gracias al interés de nuestra guía visitando primero la sillería del coro en la nave central. Luego recorrimos algunas capillas vistosas.

     En una esquina hay una pequeña zona donde se ha quitado el enfoscado dejando ver la construcción interna de los muros, intercalando caña con cemento, sirviendo de protección antisísmica, de suma importancia en estos lares.

 

       Nos detuvimos en la cripta de Francisco Pizarro cubierta por mosaicos alusivos a las conquistas. También se aprecia el escudo de Lima y un pequeño cofre con tierra de su pueblo natal: Trujillo (la española, no la peruana). La iluminación es escasa y no permite buenas imágenes.

 

     Continuamos por una calle lateral pasando por la casa de la literatura ubicada en una antigua estación de ferrocarril continuando hacia la derecha en busca de la siguiente visita: La basílica y convento de San Francisco que, junto al santuario de Nuestra señora de la Soledad, constituyen un gran conjunto artístico junto a la plaza de armas.

     La fachada es preciosa pero si por algo es conocida es por sus catacumbas repletas de osarios ya que funcionó como antiguo cementerio colonial que llego a albergar en su día a 25.000 cadáveres.

     Los huesos se clasificaban en las distintas criptas, a veces exponiéndose de forma artística. Lamentablemente esta prohibido fotografiar en el interior de las tétricas estancias. A la salida coincidimos con un colegio de visita.

 

       Con esto terminó el escueto citytour de la ciudad. Dejamos de ver el museo del banco central de la reserva y la plaza de Sanmartín por los acontecimientos reseñados y como ya era hora de comer nos apeamos en el parque Kennedy, junto al óvalo de miraflores, donde sabíamos que había varios restaurantes y donde cambiamos algunos euros con el mejor cambio.

      Comimos un par de bocadillos en la sangucheria La Lucha, muy afamada y con buenas críticas. Luego volvimos al hotel a descansar un poco.

 

     Mas tarde salimos con la intención de ver el espectáculo Circuito Mágico del Agua. Para ello bajamos a Larcomar y en la entrada pillamos un taxi, probablemente pirata, hacia el Parque de la Reserva donde se ofrecía la exhibición. De camino pasamos por el Estadio Nacional de Perú donde juega sus encuentros la selección nacional peruana que, en esos días, estaba enfrascada en la clasificación para el mundial de Rusia del año siguiente. La conducción en la capital es frenética con continuos cambios de carril y no demasiados toques de claxon.

 

     Aun llegamos de día y tuvimos tiempo de ver algunas fuentes vistosas, lo que parecía ser un pase de modelos de misses y algunas actuaciones desinteresadas en el teatro del centro del parque.

 

     Aun tuvimos que esperar un buen rato antes de que empezara el show frente a las fuentes principales con un viento frío en contra y con escasa ropa de abrigo. No hice demasiadas fotos pero si algún video movido, no lo enseño porque tampoco tiene nada. El espectáculo es curioso, con láseres y proyecciones en el agua. Un recorrido grafico con los emblemas del país, el cóndor, las ruinas incas y mucha exaltación nacional.

     Volvimos a miraflores y cenamos en un restaurante con muy buenas criticas llamado Punto Azul, muy cerca del hotel. Probamos por primera vez los exquisitos granos de maíz peruano tostado, muy sabrosos. Al día siguiente comenzaríamos el recorrido por el país de los incas.

 

     Tras el periplo viajero por el sur aterrizamos en Lima desde Cuzco sobre las 12 de la mañana. Entre una cosa y otra no llegamos al hotel hasta la hora de comer otra vez en la sanguchería.

     Pasamos la tarde buscando una tienda de suministros médicos con la intención de comprar algún uniforme de tipo sanitario que le habíamos visto a una doctora, amiga nuestra, que estuvo 2 meses aquí trabajando en un hospital. No encontramos ni un solo almacén pero visitamos un mercado indio permanente que se establece en esta zona. Luego cenamos en una pequeña calle repleta de restaurantes turísticos con terraza que partía desde el parque Kennedy. La calle se llama Berlín y el buscarla con terraza era para poder fumar cenando, sin embargo en ninguna de las terrazas al aire libre permitían fumar, para ello solo debías pasar al otro lado del parterre que delimita la terraza, algo completamente absurdo. Pudimos notar, sobretodo en la capital, que estaba enfrascada en una cruzada antihumo ya que muy poca gente fumaba y solo se podía comprar tabaco en muy escasos establecimientos.

     Después paseamos por el parque muy ambientado por la noche con tenderetes de pintores exponiendo cuadros, algunos puestos callejeros de comidas y gente vendiendo recuerdos de madera, trapo o cristal. Compramos un pequeño cuadro viviente hecho con cristal, agua y arena de varios colores que forma diversos paisajes al voltearlo. Salía como a unos 6 euros.


     El ultimo día en el país, aprovechando que volábamos de vuelta a España por la tarde, visitamos el barrio de Barranco.

     Fuimos andando desde el hotel, una buena caminata por el malecón elevado junto al mar atravesando una cortada que delimita este barrio con el de miraflores.

     Llegamos hasta el puente de los suspiros pero como era demasiado temprano aun no había casi nadie. Esta zona debe ambientarse de noche.

     Tomamos café en un Starbuck y sin nada mas que ver volvimos por nuestros pasos. Por supuesto, atravesamos sin respirar el puente de los suspiros y admiramos algunas estatuas del parque cercano donde unos músicos aprovechaban para entonar algunas canciones a los turistas y reclamar unos cuartos.

 

     Volvimos a almorzar en el Punto Azul un surtido de pescado frito y pollo a la huancaina.

 

      Poco mas tarde saldríamos del país en dirección a España. Lo que vimos entre el primer y ultimo día en Lima es lo se expone a continuación...