Como el año anterior, los días de fiesta por la feria de nuestro pueblo programamos una visita a otra capital europea y en esta caso la elegida fue Bruselas, complementada por una corta mirada a otras dos ciudades cercanas, Brujas y Gante.

     Igual que en otras ocasiones buscamos un apartamento céntrico, barato y confortable que utilizar como centro de operaciones. Lo encontramos al tercer intento.

     Algo mas difícil fue encontrar un vuelo barato en las fechas precisas. Desde Málaga, imposible, o se iban por las nubes o tenían tantas escalas que parecía un tour por Europa, pero desde Sevilla había posibilidades. Ryanair vuela regularmente a Bruselas y sin escalas aunque, eso si, no directamente a Zaventeen, el aeropuerto de Bruselas sino a Charleroi, pero una vez allí,  un cómodo y rápido autobús nos dejaría en la capital de modo que las traslados y el alojamiento ya estaban solucionados.

 
    Tocaba ahora la, para mi, siempre placentera tarea de enterarme donde íbamos y que podríamos encontrar. Casi siempre es igual. Al principio es una nebulosa de imágenes de edificios, monumentos, calles y estatuas sin encaje hasta que te haces una idea mental de la ciudad. En este caso estaba el centro, la gran plaza, sus alrededores, la zona europea, los otros barrios y algo mas allá pero quien sabe donde, el Atomium. Poco a poco todas esas localizaciones inconexas cobran sentido hasta que se completa el mapa. Se trata de Bruselas pero también se puede decir lo mismo de Brujas y Gante, incluso puede aplicarse a cualquier otra ciudad o país, solo es cuestión de tiempo. Hojear guías, leer mapas y visitar diarios y foros con información escrita por alguien que ya estuvo antes que tu y que cuenta lo que vio y a veces lo que sintió. Luego lo adaptas a los días que tienes, enfatizas o eliminas cosas, afinas esta visita o descartas esta otra y esperas que las cosas te salgan como lo planeas. Eso casi nunca sucede pero solo el placer de planearlo vale la pena.

     Para el caso que nos ocupa las guías de Tadeuss Zimm son una ayuda insuperable. Describen la ciudad (Bruselas particularmente) con un detalle finísimo, con armonía y buen gusto, enmarcándola con historias de personajes celebres que dejaron huella en sus calles. Tampoco tienen desperdicio las guías de Gante y Brujas.

EL CUARTEL GENERAL
     El apartamento elegido estaba a unos 300 metros del centro, en plena plaza Roupe, justo encima del restaurante Alexandre. Se accede al inmueble por una larguísima escalera de caracol.

    Por lo que vi, por los alrededores de la plaza, abundan los comercios marroquíes, fruterías, algunos bares y agencias de viajes cambiando a establecimientos mas turísticos conforme te acercas al centro.

     El piso estaba amueblado con mucho gusto. Una gran estancia con sofás y butacas frente a un televisor plano y el router de internet. Una gran mesa de cristal forma la zona del comedor junto a una cocina coqueta con un gran frigorífico, una vitro cerámica y un pequeño lavavajillas y, en una alacena cerrada, se encontraba una lavadora y una secadora apiladas, junto con los útiles de limpieza.

     Al dormitorio se accede por una escalera metálica de un solo tramo. Con una cama de diseño espectacularmente cómoda, un armario con espacio suficiente y un par de taburetes que hacen de mesilla de noche (quizás eso le falte, un buen par de mesitas de noche) frente a la cama, un mueble bajo con otro televisor de los pequeños. El cuadro lo completa el cuarto de baño con una bañera de las clásicas con patas, algo incomoda pero muy vistosa.

     El suelo de madera, los muebles de diseño, la calefacción central y las ventanas con doble cristal aseguran una estancia muy acogedora. No vi aire acondicionado pero no creo que por aquellos lares sea necesario. Cuando fuimos en junio no hacia precisamente calor.      

     Alquilamos el piso desde Homelidays exactamente en este anuncio aunque no al precio que esta ahora. El dueño, Jurgen, nos proporcionó algunas direcciones de restaurantes y algún mapa y nos mantuvo el precio de temporada baja aunque estaba en el limite entre una y otra.

     Caminando como 800 metros en dirección contraria al centro llegabas directamente a la estación de Midi o estación sur desde donde partían los trenes para Brujas o Gante.

LA CERVEZA

     Yo no soy ningún entendido en cervezas pero me gusta tomarla y no precisamente con la comida. Me gusta la cerveza fuerte y dulzona, de doble o triple fermentación aunque no se muy bien que significa, bien fría aunque conserve peor la espuma, no me importa la espuma. Las de trigo me desagradan, me dejan un regusto raro allí al fondo de mi lengua muy cercano a la nausea. Lo primero que busco en una cerveza es que no sea de trigo.

    Y no se trata del precio, de las españolas me gustan la VollDamm y una que tienen el supermercado DIA que se llama Forte que no llega a 50 céntimos. Ahora he probado también una nueva de Mahou que se llama maestra y no está mal.

     En Bélgica tienen muy buena cerveza. En este viaje he probado algunas muy buenas y otras no tanto.

     Comencé en la cervecería Morte Subite con una Grimbergen doble de barril muy rica (en España es fácil encontrarlas en botella pero de barril imposible y hay diferencia). Luego cayeron una delirium triple y algunas de abadía que casi nunca defraudan. Probé la Tripel Karmeliet con muy buena prensa pero me defraudó un poco. Mi mujer mientras tanto probaba las aromatizadas, con regusto a fresas o a grosellas de las que no soy muy amigo.

      Un par de veces estuvimos en el Delirium Café donde pude grabar un pequeño time-lapse que da idea de la afluencia de este local. 

 La que mas me gustó fue una triple llamada Caulier que probé en el restaurante Moeder Lambic muy cercano al apartamento, en la plaza Fontainas. Aunque se trata de un establecimiento muy bien valorado yo no lo llamaría restaurante, tiene algunas ensaladas, platos de queso y quiches pero sobretodo unas cervezas excepcionales. Es mas bien un Pub con algunas comidas.

     Mención aparte son los precios. Definitivamente esto no es Praga. Aquí la cerveza es muy buena pero muy cara. Pagar mas de 7 euros por medio litro de cerveza puede compensar si la cerveza lo merece pero si te sale rana y no te gusta se te queda cara de tonto.

LA CIUDAD
     Salimos de Sevilla el martes 31 de mayo sobre las doce del mediodía llegando a Charleroi cerca de las 3 de la tarde. El vuelo, normal como suelen en Ryanair, entrada andando al avión después de una caminata por las pistas, tentempié escaso, venta a bordo y soniqueta al aterrizar. Yo no me di cuenta entonces pero solo había una puerta de entrada y salida en el aeropuerto de Charleroi por motivos de seguridad, esos días las cosas estaban muy calientes en Bélgica y en toda Europa y las medidas eran extremas. Ya habiamos comprado el traslado hasta Bruselas en este sitio donde, si lo haces con tiempo, unos 3 o 4 meses, el billete te puede salir por 5 € por persona y trayecto (conforme se va acercando el día  de partida los precios suben creo que hasta los 14 ó 17 €).

    De modo que entre una cosa y otra llegamos al apartamento cerca de las 5 de la tarde. El dueño estaba aun dentro porque creía que llegábamos mas tarde así que nos dio unas explicaciones someras sobre el wifi y el funcionamiento de la cafetera y le dejamos allí terminando de asear el inmueble. Enseguida nos lanzamos a curiosear por el centro llegando en 10 minutos al Manequen Pis, el muñeco meon que tantas veces veríamos en esos días. Como siempre repleto de gente a su alrededor (fue de las pocas veces que lo vimos desnudo). No hacia falta mas que ver el trasiego de turistas y la multitud de escaparates de bombonerías y gofrerías para darse cuenta que ya estabas en el centro.

   

     Partiendo de la plaza y sin percatarse demasiado en ella hicimos el recorrido corto de los alrededores que propone la guía de Tadeuss Zimm, recorriendo las calles de detrás de la plaza, el Delirium Café (con la segunda estatua meona, la niña) y los restaurantes turísticos llegando hasta las galerías Hubert y atravesándola hasta la cervecería muerte súbita. En su terraza cayo la primera cerveza.

     Y poco mas ese día, volvimos pronto al apartamento a conocerlo a fondo (entonces hicimos las fotos), a vaciar la maleta y colocar la ropa y a darnos una buena ducha. Esa noche cenamos algunos bocadillos que traíamos del viaje y unos refrescos que compramos en el primer vistazo a la ciudad. Los dos días siguientes estaban dedicados a las cercanas poblaciones de Brujas y Gante pero aun tendríamos unas horas por la tarde para seguir conociendo la capital amen de los últimos días que llegaríamos a los sitios mas lejanos. Para una mejor comprensión del diario las visitas a estas ciudades se comentan en apartados separados continuando ahora con el recorrido por Bruselas. 

      Durante los días siguientes caminamos partiendo desde la Gran Plaza en distintas direcciones. Hacia el este buscando la catedral y luego descendiendo hacia la Plaza Real pasando por la estación central. El día que fuimos por allí se torno húmedo y gris, casi siempre nos persiguió una fina llovizna que aunque no molestaba para caminar si mojaba el suelo y hacia resbaladizo el camino ascendente hacia la Plaza Real. allí estaban el curioso reloj junto a la estación central y el soberbio edificio modernista del museo de instrumentos musicales donde antes estuvieron los almacenes Old England. Me hubiera gustado permanecer por la zona hasta la noche para admirar el espectáculo de las sombras de colores de la plaza arbolada pero no estaba el día para mucho y además, como comprobaríamos otros días, la noche no cerraba hasta casi las diez y media y no era plan de aventurarse hasta tan tarde por esos espacios vacíos.

      Si partías hacia el oeste te topabas con el antiguo edificio de la bolsa. En sus escalinatas se celebran ahora manifestaciones tanto deportivas como políticas y es punto de encuentro de la juventud de Bruselas, algo así como la puerta del sol de Madrid. En su interior se ofrecen ahora exposiciones temporales.

     Antes de eso no pude evitar fijarme en una iglesia que te topas por el camino. Se trata de la iglesia de San Nicolás. Al principio la abordamos por un lateral y si no te fijas no la ves. Efectivamente, esta iglesia ha sido parasitada por distintos establecimientos que la han rodeado tapando sus ventanales y vidrieras dejándola enjaulada en una manzana comercial cuanto menos curiosa. Si Jesucristo levantara la cabeza no habría látigo de siete colas que no utilizara para remendar tal sacrilegio.

        Cuando estuvimos nosotros la ciudad estaba convulsa por los atentados y la gran avenida frente a la fachada de la bolsa, el boulevard Anspatch, estaba cerrado al trafico y abundaban patrullas del ejercito con fusil en mano. De todas formas, parece que hay intención de peatonalizar esa zona mas adelante. Hacia el sur, esa gran avenida se topa directamente con la estación sur, donde llegamos el primer día y de donde partíamos para Brujas y Gante. La avenida, muy ancha, aparecía vacía sin trafico alguno, quizás por eso estaban instalados unos bancos de madera que parecían provisionales y unas mesas de ping pong.

     Frente a la entrada de la bolsa se encuentra el barrio de Saint Gery repleto de restaurantes, tiendas de artesanía y locales de moda. Parece un poco el barrio latino bruselense. En una de sus esquinas esta la tercera estatua meona de la ciudad, el Zanneken Piss, el perro meon, impasible ante las cámaras con su pose insultante (a diferencia de las otras dos estatuas esta no tiene chorrito, ya sería demasiado). 

     A la vuelta pasamos por la plaza de Santa catalina y la iglesia del mismo nombre y no se si ese día u otro nos dio por cenar en alguno de los establecimientos turísticos de la Rue des Bouchers, la estrecha calle repleta de mesas, carteles anunciantes y reclamos de restaurantes detrás de la Gran Place.

      Como había que pagar la turistada nos sentamos en Chez León y nos comimos un cubo de mejillones (moules) pequeños e insípidos donde lo único que merecía la pena era la salsa al fondo del todo, en la que estaban bañados. Mas de 40 Euros por el cubo, unas patatas fritas y 3 cervezas, eso si, sentados en el centro del mundo de Europa donde, de vez en cuando, pasaban grupos de parlamentarios europeos trajeteados (con mesa reservada y con cargo a los contribuyentes) o turistas buscando la entrada al Delirium Café alucinando con el ambiente.

LA GRAND PLACE

     La gran plaza, la plaza mayor, la plaza... Pocos recintos en una ciudad pueden atribuirse ese nombre y si eso lo ampliamos a un país o a un continente, ese nombre solo lo merecen unos pocos. Esta plaza es, sin duda, una gran plaza, la mas hermosa de las que he visto hasta ahora. No tiene la enormidad ni la significancia de Tianammen de Beijing pero, y qué, no tiene ninguna iglesia como la de la Virgen Maria de Cracovia ni la del Tyn de Praga pero, para qué, no tiene una estatua central como la plaza mayor de Madrid pero...

     Tiene las dimensiones justas para no agobiar ni siquiera empequeñecer cuando te colocas en el centro, un suelo adoquinado y limpio que muchas veces se viste de flores, casetas de feria o tiendas de productos de la tierra. Tiene muchas entradas y salidas, muchos ángulos de visión para que siga pareciendo la misma.

     La guía de Tadeuss Zimm aconseja pasar la primera vez por ella sin fijarse demasiado pero eso es imposible. Como no recrearse con la visión deslumbrante del ayuntamiento o la no menos imponente Casa del Rey, edificios enfrentados en dura pugna por llevarse la admiración de todos cuantos llegan hasta allí (y son muchos, a la vista del video time-lapse que grabé mientras tomaba una cerveza en una de sus esquinas).

     Y los edificios de alrededor, todos bellísimos y con historias escondidas tras sus fachadas, ahora un poco deslucidas por carteles de restaurantes, bombonerías y tiendas de recuerdos. Vista de lejos el conjunto es armónico y sin embargo esta llena de detalles curiosos como pequeñas efigies sobre las puertas, bustos de reyes sobre las columnas de separación o leyendas de color dorado escritas en los frisos con un mensaje oculto (Tadeuss Zimm les descubrirá su significado). Sin duda una de las plazas emblemáticas de Europa.

     La estatua mas tocada, sin embargo es una reproducción en plástico, se trata de la efigie yacente de Everard't Serclaes, un héroe local que todo el mundo toca para que se cumpla un deseo o bien para volver de nuevo a la ciudad. Sus relucientes rodillas, manos y cabeza dan idea del continuo sobeteo al que está expuesto.

     Por la noche, la plaza se ilumina con luces amarillas que le dan un brillo dorado que contrasta con el casi nunca negro cielo bruselense. Cuando fuimos nosotros, a primeros de junio, un tibio manto blanco cubría el cielo. Como si la misma ciudad desprendiera luz a las alturas y nunca pareciera ser de noche.

     Otro día partimos hacia el sureste buscando el palacio real para luego ir al sur hacia la plaza Jeu de Balle. Era viernes y sabíamos que se celebraba mercadillo en esa plaza.

     De camino nos fijamos en alguna concha en el suelo adoquinado, efectivamente se trata del camino de Santiago, aquí también, que recorre la ciudad para terminar en la Porte de Hal, la antigua salida de los peregrinos de la ciudad.

     En el camino aun quedan algunos tramos de la antigua muralla de la ciudad, vestigios de otra época. Así como algunas casas antiguas, la mayoría ahora restaurantes, con finos detalles en sus fachadas. Se trata del barrio de los anticuarios, repleto de galerías de arte, casas de muebles antiguos y tiendas curiosas.
      Decidimos hacer un parada en la soberbia iglesia de Notre Dame de la Chapelle con un espectacular pulpito de madera labrada y varios reclinatorios del mismo material. Junto a ella, una escultura de un pintor con posibilidades fotográficas.
     Cuando llegamos a la plaza, el mercadillo estaba casi recogido, solo algunos puestos de baratijas con alguna curiosidad que mereciera la pena.

     Allí mismo almorzamos. En el restaurante Le Chineur, un par de ensaladas, un plato de lo que yo creía que eran lentejas (cuando las pedí) y que no lo parecían y algunas cervezas. La comida, ni fu ni fa.

     Y no podíamos menos que fijarnos en varias plaquitas insertas en el adoquinado, como ya vimos en Praga y algunas ciudades polacas, que recuerdan a algunos judíos asesinados en el holocausto nazi.

     Para llegar a la zona de los edificios de la Comunidad Europea solo hay que tirar al Este. Nosotros nos desviamos un pelin para ver algo mas de la zona sur llegando hasta una gran avenida con una pintada provocadora escondida en una pared lateral, a partir de allí y unas pocas calles mas arriba llegas al Barrio Europeo, la zona administrativa. Allí están todos esos edificios que tanto salen en los informativos de la tele.

        De entre ellos destacan El Berlaymont, el edificio de la Comisión Europea, en forma de hélice como queriendo ser el motor propulsor de esa Europa que insiste en perseguir su destino. Una fachada bien visible con 28 banderas (una por cada país miembro). También allí cerca esta el edificio del Consejo Europeo y el Parlamento Europeo así como otros muchos edificios administrativos, oficinas y locales con algún que otro restaurante intercalado.     

      Llegamos por allí ya bien entrada la tarde y la zona estaba desierta. Era viernes y parece que allí se toman en serio lo del fin de semana pero siguiendo adelante no pude por mas que fijarme en un edificio en la esquina junto a la entrada del parque adyacente, en la planta baja y en letra grande figura la palabra "CATALUNYA". Se trata del Espacio Catalán, sembrado semillitas. No tengo fotos de eso.

     Ese gran parque avanza hasta un monumento imponente, El Arco del Cincuentenario. Construido hace mas de 100 años para celebrar el cincuentenario de la fundación de Bélgica, con varios museos en su interior y una solución urbanística genial, bajo el transcurre una autovía con varios carriles que se adentran en el subsuelo como 100 metros antes. A pesar de ello la zona es un oasis de paz y tranquilidad sin un solo sonido estridente.

     Una anécdota: Ese fin de semana se celebraba en ese lugar una especie de manifestación festiva y ya había colocados varias casetas publicitarias, todavía vacías y algunos servicios portátiles a estrenar. Nosotros andábamos algo apurados por la caminata y las cervezas de modo que nos venían al pelo. Cuando salí de uno de los servicios un operario me comentó que aun no podían utilizarse y comenzó a precintarlo. Yo no sabía como decirle en francés que en uno de ellos aun estaba mi mujer y que la iba a dejar encerrada pero además yo desconocía cual era, de modo que , pacientemente, esperamos que saliera y nos fuimos deprisa con una disculpa.
     A partir de allí una avenida de varios kilómetros conduce derechito, derechito, directamente al centro, hasta casi la misma Gran Plaza. Que bien se lo tienen montado estos chicos. Solo 10 minutos después de terminar la reunión ya pueden estar en el centro. O poco mas si deciden ir en bicicleta porque también dispone de carril bici (con sus correspondientes semáforos, claro).
COMICS
      Bélgica y sobretodo Bruselas tiene mucho que ver con los comics. Tintín, Lucky Luke, Spirou e incluso los pitufos son belgas. Por eso no resulta extraño ver en muchas fachadas de edificios alguna referencia a los comics. Y hay tantos que hasta se ha establecido una ruta por todos ellos.
      Estos dos últimos son de la estación de Midi, donde también está una escultura curiosa de un caballo tomando café. Muy puesto para la ocasión.
     Dejamos el sábado para visitar la zona del Atomium. El día se despertó brumoso y con una fina y persistente llovizna. Ahora no recuerdo en que parada nos bajamos pero lo primero que vimos era la entrada al Minieuropa y como nosotros, en el fondo, somos un poco niños pues para adentro. Y adentro están recreados muchos de los edificios famosos de todos los estados de la Comunidad Europea en un circuito bien delimitado que, en junio, cuando fuimos, estaba plagado de plantas y flores.

     El parlamento inglés, el Sacre Coeur parisino, una torre Eiffel de 2 metros, la misma Gran Plaza y otros muchos monumentos con una pulcritud de detalles magnifica. Algunos mecanizados que se ponen en marcha al pulsar un botón como una plaza de toros, española claro, o un simulacro de incendio en el puerto de Barcelona. Otros en los que suena el himno del país que representan, tocando otro botón. En fin, un buen par de horas de entretenimiento y con el fondo en la niebla del Atomium como si se tratase de una miniatura mas.

     Como el día no tenia pinta de abrir y en vista de que ya teníamos bastantes fotos del atómico edificio desistimos de acercarnos mas, pasamos del parque cercano y de los pabellones chino y japonés, del Palacio Real y de la hierba mojada convenciéndonos nosotros mismos de que mejor se estaría almorzando en el centro y sobretodo, a cubierto.
BRUJAS

     Ya comenté que el clima no nos acompaño precisamente en nuestro viaje a Bélgica, este día de visita  a Brujas fue el peor. La mañana amaneció fría y con un viento persistente y una lluvia casi continua.

     Abordamos el tren temprano y durante el trayecto estuve contemplando el campo a través de los cristales. Era el 1 de junio y todo el recorrido rebosaba primavera. Aun no eran las diez cuando salimos de la estación con la intención de seguir el recorrido propuesto por Tadeusz Zimm camino del centro de Brujas. 

      Atravesamos el pequeño parque y rodeamos el Minnewater entrando en el Beaterio. No había muchos cisnes en el agua, casi todos retozaban en la orilla arbolada junto a otros ánsares justo antes del comienzo de las cafeterías y la fuente de los caballos. Allí hicimos la primera parada y el primer café. Además hice un pequeño video.
     A partir de allí comienzan a verse las primeras chocolaterías con unos escaparates deliciosos con todo tipo de figuras de chocolate: herramientas, zapatos, muñecos, etc.. todo con mucho detalle (incluido algún que otro órgano genital).
     Desayunamos en una cafetería justo frente a la iglesia de Nuestra Señora (su portada es difícil de fotografiar). Nuestra primera decepción fue pedir un chocolate. Consiste en un gran tazón de leche hirviendo con una especie de chupa chups de chocolate que, después de mucho remover, se disuelve en la leche aunque no sirve mas que para darle algo de color. La presentación es magnifica pero el resultado no deja de ser un colacao aguado y tibio después de tanto movimiento. Viene acompañado por unas obleas de chocolate de tres clases y una magdalena algo reseca. Nada que ver con una buena taza de chocolate espeso de los que dejan la cucharilla de pie.
     Hubiésemos querido entrar en la iglesia para admirar la estatua de la mujer y el niño pero aun no se muy bien porqué no entramos. Se trata de la Madonna de Brujas, la única estatua de Miguel Ángel (el de la Capilla Sixtina y el David) que está fuera de Italia.  Hace poco he vuelto a ver la película "Monument Men" donde aparece la estatua, en una aventura que, sea o no ficción, es muy interesante.
     El día no invitaba precisamente a pasear junto a los canales de modo que seguimos avanzando buscando El Markt, la plaza cuya torre, el Belfort, empezábamos a divisar imponente allá en las alturas. Y hasta allí llegamos.
      A esa hora aun no había demasiada gente y decidimos pasar fugazmente para llegar a la otra plaza contigua, El Burg, con uno de los edificios mas emblemáticos de la ciudad, el ayuntamiento, flanqueado por otros no menos bellos y la basílica de la Santa Sangre, allí en una esquina llamando la atención por su portada. Se trata de dos pequeñas capillas de piedra negra labrada con pequeñas estatuas doradas. En su interior guarda una ampolla con la sangre de cristo traída desde tierra santa. O al menos eso se dice.
     En un momento aquello comenzó a llenarse de gente. Hordas de visitantes de 30 en 30 aparecían por todas las entradas de la plaza, turistas portando la misma gorra o la misma camiseta precedidos por los guías portando banderitas. había dejado de llover y ya el recinto era una jungla de modo que decidimos volver a la otra plaza. A duras penas pudimos hacer las fotos con escaso publico.

     Ahora si nos detuvimos frente a la torre y como no parecía muy frecuentada nos atrevimos a subir. Sabíamos que si hay mucha gente la subida es muy lenta.

      La subida se realiza por una estrecha escalera de caracol con algunos descansillos que albergan un museo con campanas y la maquinaria del carillón que produce la melodía. Se trata de un enorme tambor metálico que comenzó a funcionar justamente cuando estábamos allí. Las vistas desde arriba son magnificas.
     Cuando bajamos ya era hora de comer de modo que buscamos un sitio cercano, yo tenia apuntados algunos restaurantes con buenas criticas pero todos quedaban fuera del recorrido y como tampoco teníamos mucha hambre elegimos un establecimiento en la misma plaza. Una ensalada y una hamburguesa en un local llamado Quick, algo así como un Mc Donald's belga con una segunda planta repleta de crios. Desde la ventana incluso podíamos ver el campanario.
     Después de almorzar continuamos mas allá atravesando la plaza y torciendo a la derecha buscando la plaza Van Eyck y el edificio del oso en su fachada. A esa hora el día se había tornado verdaderamente gris y la lluvia ya no cesaba de modo que desandamos el camino con la intención hacer las ultimas fotos.
     Llegamos de nuevo a la plaza para ver la torre por ultima vez y comprar algún dulce de sobremesa. Nos decidimos por una especie de chupachups triple bañado en distintos chocolates que estaba riquísimo y sin prisas volvimos a la estación
     Brujas merece otra visita. No entramos en ningún museo excepto el Belfort ni navegamos por sus canales, la lluvia nos impidió pasear como hubiésemos querido y quizás (como sugerían algunos amigos) hubiese sido conveniente quedarse una noche en esta ciudad y saborear la tarde-noche sin aglomeraciones. Prometemos volver.
GANTE
Abordamos el tren sobre la misma hora que el día precedente, de modo que en poco mas de media hora ya estábamos en Gante. El día anterior no fue precisamente apacible y se nos quedó un sabor margo con la visita de Brujas, la enorme cantidad de turistas y sobretodo el clima hicieron que el recorrido por la ciudad fuera apresurado y poco atractivo. Hoy el tiempo parecía mas calmado, no llovía y el sol se empeñaba en aparecer por algunos momentos.
     Llegamos a la estación de Gante algo antes de las 10 de la mañana. Nos llevó otra media hora salir por la puerta principal y pillar el autobús nº 1 en dirección al centro y en un abrir y cerrar de ojos llegamos a la iglesia de San Miguel, mas concretamente al puente que está a su lado, para comenzar el recorrido que indica la guía de Tadeusz Zimm de esa ciudad.
     Las visión desde el puente es soberbia, los muelles a la izquierda y toda una sucesión de edificios y torres medievales dignos de postal, a luz nublada del día también contribuía a ello.
     Luego bajamos hasta los muelles atravesando la calle Korenlei hasta el puente siguiente donde tomamos un café sentados en una terraza al otro extremo del canal justo al principio de la calle Graslei. Continuamos un poco y a la espalda de los muelles se encuentra este imponente edificio del que no consigo encontrar referencias (ni siquiera en la guía de Zimm). Se encuentra frente a la iglesia de San Nicolás.

     En un lateral se encuentra la verdadera casa de los albañiles, que se creía perdida y que tiene una replica en el muelle del grano.

     La siguiente parada era la iglesia de San Nicolás que con sus torres puntiagudas parecía salir de un cuento de hadas. El interior estaba desierto y en unos minutos recorrimos toda la planta saliendo por una puerta lateral.

     La siguiente etapa fue el ayuntamiento en dirección a la torre del Belfort. Por allí cerca cayó una primera cerveza.

 

     A la torre del Belfort se accede por un edificio contiguo, la lonja de los paños. Como estaba desierto (Gante no tenia, ni por asomo, la afluencia de turistas de Brujas) para arriba que subimos.
     La subida, esta vez se realiza en ascensor, algo que hay que agradecer, y en cada planta hay algo que ver. El sótano es la sala del tesoro, con los cofres donde se guardaban los pergaminos con los privilegios y poderes que fueron consiguiendo. Luego están las campanas, un dragón metálico que una vez estuvo rematando la torre y, como no, el carillón que hace funcionar las campanas con la melodía del instrumento.

     Arriba del todo se accede a unas vistas privilegiadas de la ciudad en 360 grados.

     Continuamos hacia la andamiada catedral y luego de dar un par de vueltas, almorzamos en el Souplounge, un restaurante sencillo con un plato único, un tazón (un gran tazón) de 3 variedades de sopa a elegir, una fruta y un par de bollos de pan. Nada mas y nada menos. Si se quiere algo rápido, barato y nutritivo es la mejor elección. Se encuentra al otro lado de un puente junto a "Margarita la rabiosa", un enorme canon pintado de rojo que nunca fue usado.
     Una vez repuestos y con la barriga caliente buscamos un sitio donde tomar café y que mejor sitio que uno de los locales de moda de Gante, el Dulle Griet, una cafetería, bar, pub, cervecería, famoso por una curiosa razón: la cerveza local se sirve en una curiosa copa de cristal tallado con una base de madera y si la pides has de dejar un zapato como prenda que cuelgan de una cesta en el techo y que solo te devuelven cuando pagas. Resulta extraño pero solo por esa curiosidad es famoso este establecimiento.

     Y allí estaban las cestas colgadas, en un techo y paredes repletas de carteles, muñecos de trapo y utensilios antiguos.    

     No tiene pérdida, se encuentra en una gran plaza y casi se podría decir que Margarita la Rabiosa apunta hacia el.
     Cruzamos de nuevo el canal para adentrarnos en el barrio judío con callejuelas estrechas y antiguas muy fotogénicas llegando de nuevo a los muelles y a las puertas del Castillo de los Condes de Flandes donde tampoco entramos.

     Muy cerca de allí pillamos el autobús de vuelta a la estación.

     Y esta ha sido la breve visita a Bélgica. Cierto que no fue un recorrido demasiado cultural, no hubo museos ni teatros, no hubo madonna y el niño ni cordero místico pero si un vistazo general a unas ciudades soberbias con preciosas historias. Ya habrá tiempo para volver.