PEKÍN (Beijing)

    Nada mas despertar en la inmensa capital cuadriculada de China, la primera visita. Se trataba del Templo del Cielo. Cuando los chinos quieren decir "el templo" se refieren a un buen conjunto de edificios, jardines y pagodas, cada uno con un propósito especifico, en un recinto amurallado y cerrado que se tarda toda una mañana en ver completo, con explicaciones y todo.

   Desgraciadamente el verdadero "templo del cielo" es una pagoda con tres alturas que, como muchos edificios de la ciudad, se halla tapado y andamiado para su adecentamiento con vistas a las olimpiadas. Me negué en redondo a hacerle una sola foto de modo que muestro un original de una postal.

    Después de visitar el templo tocaba la visita reglamentaria y obligatoria a la fabrica de artículos chinos, en este caso, de jarrones de latón lacados. Un autentico trabajo de chinos, y nunca mejor dicho, ya que después de formar el cuerpo del jarrón deben pegar una a una las pequeñas piececitas que forman los dibujos y rellenar capa a capa con laca de colores para luego hornear y pulir hasta dejarlo todo liso y reluciente. Todo muy didáctico e interesante pero que te lleva sus buenas 2 horas y media y que hace que las visitas a los templos se hagan deprisa y corriendo.

    La primera foto de la gran muralla esta datada a la 2 de la tarde. Ya a esa hora había muchísima gente recorriéndola. 

    Estábamos en Badaling, la zona mas famosa y también la mas concurrida. Tengo entendido que hay otras zonas mucho menos pobladas pero no es allí donde te llevan y quizás con un poco de presión a los guías se pueda cambiar al itinerario, pero lo dudo.

    No se trata de ninguna competición ni tienes que ponerte una meta obligatoria. Algunas cuestas son muy empinadas y te dejan seco pero afortunadamente abundan los lugares donde puedes hacer buenas fotos con la muralla en la lejanía que dan idea de la magnitud de la obra.

    Muy reformada, desde luego, es posible que no quede un solo ladrillo original pero aun así no pierde su belleza y su misterio (definitivamente, con una vegetación igual a uno y otro lado y observando que casi se difumina en la lejanía de las montañas, esta impresionante construcción es imposible que se vea desde la luna, pero eso no le quita el mas mínimo mérito).

   Algunos tramos son escalonados y otros en pendiente y en los mas pronunciados existen pasamanos en los laterales que ofrecen ayuda. El piso a veces es resbaladizo de tanto ser pisado y puede ser un suplicio si esta mojado.

   Esa misma noche asistimos a la representación de la opera china. Las canciones eran traducidas al inglés en dos pantallas laterales de modo que no resultaba difícil seguirla.

   Resulta curioso ver a los actores maquillarse antes de la función, con la cara pintada y los trajes vistosos quedaban irreconocibles.

   Luego de la opera decidimos pasar de la cena del pato laqueado (no es gran cosa) y decidimos ir por nuestra cuenta a un lugar junto a un lago repleto de bares y restaurantes con mucha animación. Creo que ganamos con el cambio.

    La mañana siguiente estaba dedicada a la plaza de Tiannanmen y la ciudad prohibida.

    Había leído que la plaza es lugar frecuente de reunión de cientos de chinos que leen, vuelan cometas y pasean por doquier pero yo solo encontré hordas de turistas yendo de un sitio para otro y vendedores de recuerdos.     

    Las pocas cosas de la plaza que puedo recordar son una paisana con un pelo lacio extremadamente largo, las esculturas gemelas que flanquean la tumba de Mao y el reloj cuenta-atrás del ayuntamiento.

Una gran fila desfilaba ante la tumba de Mao y otros muchos se agolpaban ante la entrada de la ciudad prohibida. Nada de cometas volando ni vestigio de esa gran plaza que antes fue centro cultural y de reunión de todo Pekín. Quizás por la noche, la animación se hacía notar más pero definitivamente eran muchos más los vendedores.

   Después de atravesar varias puertas llegamos, por fin, a la entrada de la ciudad prohibida. Curiosamente nos retrasamos esperando reunirnos todo el grupo para oír las explicaciones del guía y casi sin notarlo nos quedamos solos en el gran patio de entrada. Esto se debía a que habían cerrado las puertas de entrada y cuando volvieron a abrirse pasaron 3 grandes automóviles negros. Entonces alguien del grupo gritó !!!es Sheryll Blair!!! y si, era verdad, del segundo coche se bajaba la esposa del primer ministro inglés embutida en un sencillo traje negro de corte oriental. Entonces muchos del grupo gritaron su nombre y ella, tras solicitarlo a su escolta, se acercó a nosotros y nos saludó a todos efusivamente. Tengo la impresión de que en ningún momento debió oír algunos gritos de !!!Gibraltar español !!! que también se produjeron. Después de la decepción de Tiannanmen parece que la mañana prometía.

   La Ciudad Prohibida la componen un conjunto de edificios separados por patios y jardines, cada uno con un propósito y con una historia, algunos para la contemplación, los salones del trono, recepciones y depósitos y expositores del Gran Tesoro (del que solo vimos una pequeña muestra aunque creo que es lo único que hay, el expolio ha debido ser terrible). En occidente algunos pasajes se han recordado más por la película "el ultimo emperador", rodada excepcionalmente aquí que por la historia misma.

   De modo que allí estaba el pasillo infinito donde el emperador de niño paseaba con su triciclo o el gran salón del trono de la escena final de la película. Todo dispuesto a ser profusamente fotografiado.

   Los salones del Tesoro contenían varias maravillas, desde enormes colmillos de elefante o instrumentos musicales extraños hasta pequeñas composiciones labradas en jade de las que expongo una muestra, con distinta profundidad para ver su laboriosidad y la precisión de los detalles.

   La última tarde en Pekín se dedicó al Palacio de Verano. Un gran recinto junto a un lago con diversas construcciones famosas. Lo mas notable es el puente de los 16 ojos, el interminable pasillo de las pinturas (la galería de arte más larga del mundo), el barco de piedra y el mismo Palacio de Verano justo arriba en la colina (este no lo visitamos). Como siempre, vimos todo en tiempo record y rodeados de cientos de turistas chinos. El paseo en barco por el lago fue suspendido por medidas de seguridad ya que allí también estaba la señora Blair (no todo iba a ser tan perfecto).

   Esa misma noche aprovechamos la cercanía del hotel para acercarnos de nuevo a Tiannanmen, regatear las últimas compras y despedirnos de esta gloriosa ciudad y de este inmenso país. En las mismas fotos se puede comprobar la esencia misma de la nación china: el andamio que, por la mañana, afeaba la portada de la entrada de la Ciudad Prohibida (en las primeras imágenes) había desaparecido y la fachada lucía con todo su esplendor y todo eso en una sola tarde. Esto sí es trabajo de chinos.

   Ahora merece la pena ir a China. Los precios han bajado con los vuelos directos, las compras son increíbles y el país se prepara para un gran acontecimiento y se esmera en agradar. Los hoteles son magníficos y aunque su historia esté un poco repintada y rehabilitada la leyenda permanece. Vayan a este país, madruguen y mézclense con su gente. La experiencia les durará toda una eternidad.

Antonio García Villalpando