SUZHOU

      Visitamos esta ciudad durante un día entero desplazándonos desde Shanghai en autobús.

   Suzhou es la ciudad de los canales. Un río la atraviesa completamente y, a partir de el, se esparcen cientos de canales estrechísimos, con casas a ambas riberas, pequeños puentes y paseos que la han dado a conocer en toda China como la Venecia oriental.

    Pero no solo los canales son las bellezas de Suzhou. Tiene varios jardines chinos que, por su belleza y por su estilo de construcción y arquitectura están considerados como los mas emblemáticos del país.

    Los jardines son las antiguas viviendas de los hombres mas ricos de las ciudades, tienen varias edificaciones distintas que servían a determinados propósitos: como dormitorios (separados de hombres y mujeres) salones para recibir visitas, salas de contemplación, etc... todos rodeando un pequeño lago con puentes, pequeñas islas y diminutos rincones que recrean diferentes ambientes. Y todo ello en un espacio mucho mas pequeño de lo que parece a simple vista haciendo de esto un prodigio arquitectónico que ha sido imitado en todo el mundo.

    El primero que visitamos fue el Jardín del Administrador Humilde, bastante amplio, con un gran lago repleto de flores de loto. Luego paseamos por el Jardín del Maestro de las Redes, mucho mas pequeño y donde mas se aprecia el minimalismo arquitectónico chino. En solo una hectárea estaban condensadas varias habitaciones, paseos y estancias rodeando un pequeño lago y presidido por un curioso pulpito; el estudio del maestro que se dedicaba al arte de la pintura.

   Tras almorzar en un restaurante cercano fuimos a recorrer los canales en una pequeña barcaza turística. A mitad de camino paramos un rato en un pequeño mercado donde se exhibían ranas, anguilas, patos y gallinas junto a artículos antiguos de artesanía. Como en casi todos los lugares que visitamos, los servicios públicos despedían un olor nauseabundo a pesar de estar limpios pero, aún no se por qué razón, a los chinos no parecía molestarles. 

    Terminamos el día recorriendo la llamada "colina del tigre", un parque protegido en medio de un bosque con cientos de bonsáis preciosos y coronado por una antigua pagoda inclinada que, a pesar de lo que diga el libro de Lonely Planet sobre China, no se podía visitar.    

    Esta excursión fue, de largo, la menos concurrida de todas cuantas maravillas visitamos en China. No tiene el tirón del lago de Hangzhou, los guerreros de Xi'an ni la ciudad prohibida de Pekín pero tiene su encanto.

    Volvimos pronto a Shanghai porque al día siguiente haríamos un corto trayecto en tren preludio de los 3 vuelos internos que incluía el viaje. Hangzhou, el sosiego y el autentico lago oeste nos esperaba. Sin duda es una ciudad donde espero volver.