Mandalay

     Mandalay, y sus ciudades y zonas adyacentes Inwa, Mingun, Amarapura o la colina de Sagaing contiene cientos de templos y es imposible verlos todos. Es como ir a la provincia de Sevilla intentando ver todo lo que contiene, siempre te queda algo. De modo que yo tenia claro que veríamos algo de Mandalay pero no todo. Algo de lo mas interesante, algo de lo mas importante, en fin, algo. Y esto es lo que vimos.

     Nada mas llegar, después de presentarse nuestro nuevo conductor Win Min Than, pusimos rumbo al monasterio Mahaoganda Yone. Allí todos los días a las 10 de la mañana tiene lugar la ceremonia de la comida. Cientos de monjes quizás los mas de 1300 que tiene el monasterio se reúnen para recibir las donaciones de comida de la población en una especie de procesión descalza que es seguida por multitud de turistas intentando pasar desapercibidos (lo que es imposible). La comitiva se desplaza inexpresiva, uniforme y en doble fila al comedor, portando cada uno su cuenco, impasible ante la cantidad de público que les fotografía sin ningún pudor. Los primeros los mas ancianos, los jefes.

      Lo que en principio es una celebración budista que tiene que ver con la idea de "dar y recibir" se convierte al incluirla en los circuitos turísticos en una atracción mas, en algo no muy diferente de las procesiones de semana santa, solo que todos los días.

     Que eso pase todos los días da que pensar. De todos modos, cuando termina la ceremonia se desperdigan en sus quehaceres diarios dando fin al protocolo.
video monjes

     Después del éxtasis fotográfico nada mejor que subirnos en un carro tirado por recios corceles para ver el complejo de la pagoda Daw Gyan en Inwa. (Ava en antiguo birmano). Con esta carrocería fuimos a un templo antiguo curioso y casi invadido por la naturaleza. Con estupas medio restauradas y algunas puertas con una filigrana soberbia.

     Viendo estos templos o muchos otros que vimos anteriormente me pregunto porque no están incluidos en la lista de Patrimonios de la Humanidad. Al parecer, la mala reconstrucción que se esta haciendo en ellos tiene la culpa. En varias ocasiones las peticiones del gobierno de Myanmar han sido rechazadas, y esto supone una merma en las ayudas designadas y en el progreso del turismo, sobretodo en Bagan.

    Además de las repercusiones políticas, sociales y turísticas esto tiene también connotaciones religiosas porque, para los budistas, que no se reconstruya una pirámide dejándola sin su aguja final es como descabezar al monte Meru al que representa. Esto queda bien explicado en este articulo.

     Muy cerca está la Yedanasini Paya, otro complejo antiguo a medio transformar con unas posibilidades fotográficas esplendidas gracias a un buda sentado flanqueado con columnas que da que pensar que una vez estuvo en una estancia cubierta para su adoración.
     De ahí nos fuimos al monasterio de teca Bar Yar Ga que funciona como escuela y que, en ese momento, tenía niños en pleno aprendizaje. Sostenido por enormes columnas y con vistosas puertas ovaladas.
     Volvimos de nuevo a los carros rocieros para contemplar el impresionante Monasterio Mahar Aung Mye Bon o Me Nu Oak Kyaung, en Inwa. Una enorme edificación de ladrillo con estucado ocre al que no entramos porque el sol pegaba lo suyo. La entrada esta flanqueada por dos leones sagrados.
     Almorzamos en el Sagaing Hill Restaurant del que solo conservo la factura y de allí pusimos rumbo arriba de la colina de Sagaing esta vez en coche. El monte esta salpicado de estupas y pagodas que destacan entre el verdor de los árboles.

     Primero visitamos la pagoda U Min Thonze de forma semicircular con  decenas de puertas y budas simétricos mirando hacia el horizonte.

     Las paredes estaban cubiertas de azulejos con los nombres de algunos benefactores del templo, muchos de ellos españoles (curiosamente, si donas 50000 Kyats, que no llega a 40 €, te ponen una placa con tu nombre).

     Desde allí, a lo lejos, se podía ver la Pagoda Kaung Muh Daw con la famosa estupa en forma de teta. Desistimos de acercarnos a ella porque aun quedaba otra pagoda por ver y no queríamos llegar tarde y que se nos echara la noche encima antes de llegar al puente de Amarapura.
video colina

     De modo que pusimos rumbo para contemplar el enorme buda de mármol de la pagoda Soon U Ponya con mucha feligresía y como corresponde a tanto fervor, decenas de urnas para los donativos (incluso la efigie de una rana servía de hucha).

     Una gran estupa dorada preside el complejo.

     Camino del puente hicimos una parada técnica con cafecito incluido.
     Como un mes antes de ir a Myanmar yo había visto fotos del puente con un palmo de agua por encima debido a la subida del nivel de agua por las ultimas lluvias pasadas, sin embargo, cuando nosotros llegamos, nos lo encontramos con una altura de mas de cuatro metros sobre el agua. De modo que las orillas se habían convertido en fango y para llegar a los barcos habían construido unas largas pasarelas de madera cuanto menos peligrosas. Mas de un susto nos costó llegar a bordo pero llegamos.
     Dimos varias vueltas pasando incluso por debajo para observarlo desde todos los ángulos. Después desembarcamos a mitad de camino y subimos al puente por unas escaleras laterales. Caminamos unos quince minutos entre la cantidad de gente (turistas, monjes y paisanos) que lo cruzaban y volvimos al barco para dar por terminada la excursión.
video puente

     Casi una hora después llegamos al hotel escogido en Mandalay. Se trataba del Mandalay Hill Resort. Un edificio principal de 11 plantas y algunos bungalows de lujo dispersos en su enorme jardín. Mi nombre aparecía en el panel de recibimiento de los huéspedes lo que es de agradecer.

     Esa primera noche cenamos en el propio hotel estrenando el longhy que habiamos comprado en el mercado días antes.

video hotel

     Lo primero que hicimos el día siguiente fue visitar la fabrica artesanal del papel de oro con el que adornan ciertos budas. Allí estaban los chicos dando martillazos a un libraco repleto de hojas doradas hasta convertirlas en finas laminas. No compramos nada pero a Maribel le pusieron un pequeño botón de oro en mitad de la frente y con el fuimos hasta las siguientes visitas.

     Primero la pagoda Mahamuni, la mas venerada de Mandalay y la segunda del país tras la Shwedagon en Yangon. La figura del Buda es la mas adorada de Birmania.

     La estrella es un enorme buda sentado dorado cuya cara limpian y pulen cada día a las 4 de la mañana siendo la única parte de su cuerpo donde no retocan con laminas de pan de oro y por eso aparecen deformadas y llenas de bultitos como el caparazón de una tortuga. En el mismo templo exhiben una foto antigua con el aspecto original del buda.

     La historia de este buda y su importancia se encuentra bien explicada en ésta pagina.

     Las mujeres, como corresponde a esta cultura, rezan un escalón mas abajo impidiéndoseles acercarse al altar.
     En otra estancia cercana se encuentran varias esculturas de bronce de tipo Angkoriano que fueron traídas junto con el buda. Existe una creencia que las figuras tienen poderes curativos frotándolas donde quieres que desaparezca el dolor o el mal que te aflige, por eso algunas partes de sus cuerpos están relucientes.
     En varias zonas del templo tienen lugar diversas ceremonias con la del agua o la de las ofrendas de comida. Quizás la mas curiosa sea la del Thanaka en la que los fieles compran su trozo de corteza del árbol y fabrican Thanaka con agua para llenar un gran balde que ofrecen luego al Buda o a lo mejor reparten  la comunidad. Sandar se unió a esa ceremonia fabricando el mejunje durante unos quince minutos.
     A la salida nos encontramos una celebración mas. No recuerdo muy bien su significado pero puede que fuera la ceremonia de los novicios antes de entrar en el templo para ser monjes. Esto debe hacerse al menos 2 veces en la vida de un birmano. Luego, en el monasterio, los niños de 4 a 14 años decidirán si continúan con la vida monacal. En las imágenes aparecen los hermanos de los pequeños novicios, ataviados con trajes rosas y mostrando sus edades, uniéndose a la celebración de los hermanos mayores.

     Aprovecho para colocar un video con retratos de niños birmanos. Un pequeño homenaje.

video niños

     Seguidamente embarcamos rumbo a las visitas de Mingun, al otro lado del río. En un barco enorme y muy cómodo solo para nosotros cuatro. La travesía remontando el río Irrawadi nos llevó unos 40 minutos.
     Primero vimos la enorme Pahtodawgyi Paya, inacabada. Delirio de grandeza de algún rey birmano que cuando se dio buena cuenta de su enormidad puso pie en tierra. Mas aun cuando un terremoto produjo una grieta enorme en el edificio partiéndole en dos. A la entrada, junto al río, los cuerpos de dos leones, Chinthés, guardianes de la pagoda, también enormes, cuyas cabezas rotas rodaron río adentro.

     La pagoda puede ascenderse por un lateral pero nosotros no estábamos para trotes.

     Las visitas de Mingun las hicimos en este motocarro. Creo que ese es el único vehiculo permitido para la turistada en ese lado del río. De todos modos es absolutamente innecesario, de la payá inacabada a la pagoda Hsimyiume, pasando por la campana, hay apenas 1000 metros y al embarcadero otro kilómetro mas. Solo es subirse y casi volverse a bajar.
     La campana de Mingun, nuestra siguiente visita, se encuentra junto a un mercado. Mas bien el mercado ha florecido frente al templo de la campana. Vimos expuestas auténticas tortillas de camarones, pero igualitas, igualitas, a las de mi tierra.
     La campana es grande, enorme, como corresponde a otro record mundial mas de esas tierras. Y lo parece aun mas si eres capaz de hacer una foto como la última.
 
     Nuestra última visita de Mingun fue la Pagoda Hsinbyume. Muy vistosa, toda blanca y simulando olas, con unas escaleras centrales estrechas e interminables y muchos lugares para honrar a los budas.

     Muy bonita por fuera pero algo insulsa por dentro, al menos a mi me sirvió para hacer un curioso video time-lapse aprovechando que bajé unos minutos antes buscando unos servicios, los demás quedaron arriba para poner incienso a alguna figura.

video templo blanco

     No recuerdo donde almorzamos ese día y la factura tampoco me aclara demasiado. No estaba demasiado lejos del palacio real que fue nuestra siguiente visita.
     El palacio real se encuentra enclavado dentro de la ciudadela real, un cuadrado perfecto de 2 kilómetros de lado con muros enormes y un foso circundante de mas de 50 metros de ancho. La mayoría no es visitable y creo que incluso tiene edificios militares.

     El palacio solo es una minúscula parte y consta de varios edificios insulsos y vacíos muy nuevos aunque de vistosa arquitectura asiática. Los originales fueron bombardeados durante la segunda guerra mundial. El resultado de su reconstrucción es verdaderamente decepcionante. Cuando fuimos, unos novios se fotografiaban en su interior.

     En la esquina noreste, ya fuera de la ciudadela, se encuentran los siguientes templos que visitamos. El primero el monasterio del palacio dorado, el monasterio Shwenandaw. Colocado piedra a piedra, o mejor, madera a madera, desde su ubicación original, dentro de la ciudadela, salvándolo de los numerosos incendios y bombardeos de tiempo atrás.

     Todo de madera de teca con numerosos motivos y figuras cinceladas en paredes, techos y puertas. Se trata de un edificio espectacular e imperdible en una visita a Mandalay.

     Junto al monasterio se encuentra la pagoda Ku Tho Daw, el libro mas grande del mundo. En realidad se trata de una sucesión de pequeñas estupas blancas, cada una en su interior con una estela grabada por las dos caras, con caracteres birmanos. Describen el Canon-Pali, las mas antiguas escrituras budistas que cuentan incluso sermones del propio Buda y algunos discípulos.

     No las conté pero al parecer hay expuestos 724 monolitos rodeando a una gran estupa dorada. La estructura completa se puede ver en una representación en miniatura en el mismo templo.

     De allí nos dirigimos en el coche a la cima de la colina de Mandalay, al norte de la ciudadela, para visitar la pagoda Su Taung Pyi. Subir a esta colina por los mas de 1700 escalones para contemplar el atardecer es uno de los entretenimientos favoritos de los nativos birmanos ya que dicen que mejora la salud. Y tanto que la mejora, excepto el hígado, que te lo dejas en la subida.

     Las columnas y las paredes de la pagoda están revestidos de cristalitos de varios colores que relucen con el sol de la tarde. Allí además no es difícil toparse con monjes deseosos de entablar conversación con los turistas para mejorar el aprendizaje del idioma. No estarían muy interesados en el español porque a nosotros no se nos acerco ninguno.

     Desde arriba podía verse nuestro hotel del que hablé antes.
     Con esta pinta nos despedimos de Mandalay. Me hubiera gustado pasear por sus calles y contemplar otros templos porque esta ciudad y otras cercanas a ella esta plagada de templos pero los días son cortos y el viaje tenía que continuar.

     Volamos al día siguiente, camino del lago Inle, último tramo de nuestra mirada a Myanmar.