SIEM REAP

 

     Nos alojamos en el Angkor Home Hotel, que solo utilizábamos para dormir ya que las excursiones nos tomaban un tiempo considerable. Un par de veces cenamos aceptablemente y los desayunos los hacíamos en las mesas de la piscina donde permitían fumar.

     Estaba algo alejado del centro (llamando centro a la zona de tiendas, pubs y restaurantes para turistas) pero siempre había transporte disponible (los tuc-tuc) por poco dinero.

     El primer día comenzó con la visita a Angkor Thom, un enorme complejo de edificios que incluía uno de los mas emblemáticos del arte y la arquitectura Jemer: El Bayon. Luego recorrimos el Baphuon, Phimeneakas y las terrazas de los elefantes y del rey leproso. Así de grande es este sitio. Afortunadamente de un sitio a otro acortábamos camino por senderos de la misma selva y en algunos de ellos, entrábamos por puertas laterales.

     Acompañados siempre por nuestra guía camboyana (me perdonara no recordar su nombre) que nos daba profusas explicaciones de la vida y las costumbres de aquellos tiempos.

     El Bayon es el famoso templo de las enormes caras de buda sonriente. Cuando llegamos estaba bastante lleno y teniendo en cuenta además que el recorrido que tiene parece un tanto errático, me fui de allí con la sensación de no haberlo visto todo. Aun así es impresionante.

     Ya la entrada impone, con dioses y demonios sosteniendo a la gran serpiente y tirando de ella. El templo en si, desde fuera parece casi derruido y solo cuando estas dentro te das cuenta de la cantidad de detalles que encierra, no solo las caras sino también los diversos relieves que te encuentras por el camino.  

     El segundo templo que visitamos era el Baphuon, un templo en forma de pirámide escalonada en plena restauración pero que aun permite subir y contemplar desde lo alto algunas vistas de los alrededores, sobretodo de sus largos pasillos elevados de entrada.

     Para entrar al siguiente templo, Phimeneakas, pillamos un atajo a través de la jungla. Había elefantes transportando turistas y un grupo de mujeres con bonitos vestidos aparecieron a la sombra del templo, creo que rodaban algún spot publicitario.

    Yo ya tenia bastante con la subida al anterior templo de modo que a éste solo subió mi mujer. Nuestra guía y yo permanecimos debajo buscando frescor porque ya el sol y la humedad se hacían notar.

    Se trata de otro templo pirámide escalonado.

     Lo siguiente en recorrer son las Terrazas de los elefantes y del rey leproso. Se trata de dos plataformas elevadas que se utilizaban como puesto de privilegio del Rey para contemplar sus ejércitos en formación y algunas maniobras de combate y de entretenimiento.

    La primera de ellas parece estar sujeta por elefantes y sus trompas decoradas hacen como de columnas de sustentación.

    Para subir a la segunda pasamos por un estrecho laberinto de una sola dirección repleto de figuras sentadas de dioses, apsaras y demonios. Y arriba, presidiéndolo todo, lo que se cree que es la figura del Rey, en posición inverosímil, con la cara desfigurada por la lepra.

     Casi sin resuello dejamos el complejo de Angkor Thom para adentrarnos en otro de los templos mas conocidos: Ta Prohm.

     El templo en si no es nada del otro mundo. Es grande y de una sola planta, no tiene grandes escaleras ni relieves destacados y si los tiene, la propia naturaleza los absorbe. En este caso los protagonistas son los árboles. Enormes árboles de dos especies distintas han colonizado la estructura hasta fundirse con ella de tal modo que no sabemos si es el árbol el que sustenta a la piedra o al contrario. Sus descubridores decidieron no limpiarlo de maleza y raíces un poco por temor a que se deshiciera y otro por mantener la primitiva belleza del lugar.

     Se hizo famoso por el rodaje de la película de Tomb Raider, de hecho, puede que te topes con alguna turista, vestida de cuero negro, rememorando a Angelina Jolie.

     El ultimo día en Camboya volvimos por nuestra cuenta a este templo, fue el único que repetimos.

     Tras almorzar, aunque no recuerdo donde, visitamos la joya de la corona, el mausoleo del mas poderoso rey jemer, a cuya construcción dedicó toda su vida: Angkor Wat.

    Construido por niveles, se cree que en su interior vivían hasta 20.000 personas.

      El ultimo nivel es el recinto sagrado pero antes de llegar a el se debe tomar un tiempo para contemplar las dos magnificas galerías  que se exponen en una especie de claustro ciego. En ellas se encuentran esculpidas pasajes antiguos como batallas completas o historias tradicionales hindúes, leyendas de dioses y demonios, de cielo e infierno.

     Y después, pasando adentro, rodeamos unos fosos que bien pudieron ser estanques, para llegar al centro del mausoleo donde esperan las cinco torres centrales que se alzan, al menos la mayor de ellas, a mas de 60 metros de altura.   

      Casi 3 horas pasaron desde la primera a la última foto que tomé en Angkor Wat, luego aun estuvimos mas tiempo paseando entre los tenderetes cercanos y regalando globos a los hijos de los vendedores, muy cerca de los estanques desde donde se toman la mas bonitas y recordadas imágenes del mausoleo. El día ya acababa pero faltaba la puesta de sol y para ella elegimos verla desde el templo de Phom Bakheng.

     Para subir al templo existe una única escalera pero como antes hay que subir un pequeño monte, la altura total es considerable y las vistas son magníficas.

     Pero el ocaso no fue ni mucho menos espectacular, el sol se acostó tras unas nubes insulsas y en muy poco tiempo acabó aquello. Es posible que el espectáculo estuviera al otro lado, en la gran cantidad de gente que sube cada tarde a este templo.

     Al día siguiente, aun no eran las 9 cuando llegamos a Bantheay Srey, la ciudad de las mujeres, sin duda el templo mas bellamente labrado de todos. Realizado en arenisca roja y amarilla sobresalen sus puertas triangulares con un finísimo y cuidado detalle. El centro del complejo esta custodiado por guardianes arrodillados en forma de leones, monos y genios aunque cuando fuimos no se podía pisar, una red de cuerdas lo impedía, aunque me temo que aquí ciertas prohibiciones pueden quedar relajadas si se espera el momento oportuno.

     Lo digo porque a la salida del templo uno de sus guardas vigilantes me propuso venderme una autentica gorra policial junto con una insignia y una escarapela de las que se debían coser en su uniforme. Tras un breve regateo me hice con ellas por unos 10 €, aunque, eso si, debía guardarlas celosamente para que no las vieran sus jefes a la salida. Como en casi todos los sitios, todo se vende. La ultima foto es con el policía trasgresor, ya sin su gorra.

     Casi un par de horas después llegamos al parque nacional de Phnom Kulen. El camino es bastante insulso, lo mas destacado me pareció los puestos de bananas (de todos los colores) del borde del camino.

     Tres son las atracciones de este parque, primero un gran buda reclinado muy venerado que esta formado por la misma piedra de la cumbre de la montaña. Para llegar a el tuvimos que descalzarnos y dejar los zapatos al comienzo de la escalera.

     Después de realizar una especie de ceremonia de bendición con un "Linghan" (la polla sagrada, vamos) nos acercamos al río tallado aunque por la gran cantidad de agua que bajaba eran muy difícil de apreciar los relieves. De hecho no hice ni una foto decente.

     Para quitarnos las penas nada mejor que comernos una piña natural recién pelada y darnos un buen baño en la gran cascada con un agua no demasiado fría y llena de pececitos que te limpiaban las impurezas de los pies.

     Anécdota: Nuestra guía no sabia como decir a Maribel lo inapropiado de su bikini, termino haciéndolo y ella compro un blusón con el que se metió en el agua. Comprobamos que todo el mundo se bañaba vestido. Luego nos contó algo mas de los hábitos recatados de los camboyanos donde hasta los novios tiene prohibido cualquier manifestación cariñosa en público.

     Almuerzo junto a la cascada y vuelta al coche para ver otro de los templos con alguna curiosidad, se trata de Beng Mealea.

     Cuentan que son varias las razones por las que es uno de los menos visitados, que si aun quedan bombas sepultadas, que si tiene serpientes, que es peligroso. Probablemente la lejanía de Siem Reap (60 Kms) sea la mas correcta. El caso es que lo recorrimos casi en solitario.

     Lo curioso del recinto es que permanece intacto. Solo se han colocado unas tarimas de madera que favorecen la visita pero hasta los mismos guardas te incitan a que te aventures por los recovecos del templo aunque con la humedad y el musgo de las piedras te juegas algún coscorrón.

     El lugar perfecto para convertirte en Indiana Jones. 

     De camino a uno de los templos nuestra guía nos enseñó una de las curiosidades naturales que puede pasar inadvertida. Se trata de una planta cuyas hojas reaccionan al tacto cerrándose inmediatamente. Dicen que también existe en España.

  

  Las noches las pasábamos en el centro comercial y de ocio de la ciudad, un recinto cubierto con decenas de tiendas juntas, en varios pasillos, y algunos restaurantes. De allí partía otra calle que, al otro lado del río, se dividía en varias donde estaban los pubs, otros restaurantes y algún comercio. Era la parte mas animada, recorrida por decenas de tuc-tucs y con varios establecimientos de masajes de pies tirados de precio y de vez en cuando algún grupo de travestís (tan perfectos como los de Thailandia) para animar el cotarro.

     Nos ha encantado esta parte del mundo. Tanto Vietnam como los templos de Angkor merecen otra visita. Yo, particularmente, descartaría el delta (incluso quizás Saigon) y dejaría unos días para el norte (nos faltó Sapa y las tribus) y también para Angkor (decididamente nos quedó mucho por ver).

     Estamos deseando volver.  Adios.

    

 Y la próxima etapa: Kenia.