ABERDARES

     Después de unas buenas horas volvimos al aeropuerto de Nairobi. Tras pedir una autorización para mi y otra para el guía que actuaba como interprete (los controles son importantes) fuimos al mismo sitio de donde salimos y allí estaba ella, mi maleta, solitaria y perdida. Cuando llegue a ella la pobre estaba temblando. Miré hacia arriba, susurré un plegaria, la acaricié, le di un besito en el asa y me la llevé a donde estaban los otros esperándome. El viaje hubiera sido muy difícil si no hubiera aparecido. Lástima que, con la emoción, no tenga ninguna foto de esos momentos. En cuanto a la maleta, este fue su ultimo viaje. Sirvan las fotos siguientes como su homenaje.
Hotel Movenpick en El Gouna. Egipto 2002. Aeropuerto de Bangkok. Tailandia 2003.
Hotel Holidays Inn en Phuket. Tailandia 2003. Hotel La Kasbah en Keirouan. Túnez 2004.
Hotel Disney Pop Century en Orlando. USA 2006. Hotel Palladium Punta Cana. Republica Dominicana 2008.
Hotel Waldorf Astoria en New York. USA 2008. Jaima en el desierto Wadi Rum. Jordania 2009.
Hotel Beit Zamán en Petra. Jordania 2009. Hotel Iberostar Bávaro. Republica Dominicana 2010.
Hotel Artis en Zamosk. Polonia 2011. Hotel Palladium Kantenah en Cancún. Méjico 2011.
Hotel Signature en Saigón. Vietnam 2013. Hotel Angkor Home en Siem Reap. Camboya 2013.

En medio de la nada en Masai Mara. Kenia 2014.

     También estuvo en San Andrés (Colombia), China, India, Nepal, Londres, Cuba, Turquía y Lisboa. Pero de esos sitios no conservo documento grafico. Por fin, ya tiene el retiro adecuado y merecido.
     Cuando llegamos al Aberdare Country Club (el hotel base de The Ark Lodge) eran mas de las tres de la tarde. Nos tenían preparado un picnic en la terraza a modo de almuerzo y nos dieron las instrucciones que debíamos seguir para subir mas tarde al alojamiento definitivo.

     Preparamos una pequeña maleta con todo lo indispensable para una noche. Las vistas desde allí eran magnificas. Algunos animales salvajes pastaban a sus anchas en el cuidado césped del hotel, vimos algunas gacelas y sobre todo facóqueros, grandes y peludos, con enormes colmillos que arrancaban la hierba de rodillas y un precioso pavo real nos obsequió con una demostración de su belleza.

     Sobre las cinco y media subimos en un minibús al alojamiento en medio de la selva.

     En la media hora que duró el recorrido dos sorpresas: una hiena acosaba inútilmente a un facoquero que con solo levantar la cabeza le hacia retroceder. Estos animales, las hienas, en manadas son insistentes y temibles pero en solitario son unos verdaderos caguetas.

     La segunda sorpresa vino al remontar una de las curvas cerradas del recorrido. Un leopardo enorme, nuestro primer leopardo, apareció junto al minibús. No debió de permanecer mas de 10 segundos, lo suficiente para disparar un par de fotos. Yo creo que él se sorprendió tanto como nosotros, nos miró asustado y en un momento desapareció entre los matorrales. Después de unos segundos de silencio el conductor y el guía comenzaron a gritar diciéndonos lo difícil que era ver a esos animales y celebrando la suerte que habíamos tenido.

     El hotel The Ark Lodge hace honor a su nombre. Es un edificio de madera, simulando un gran barco, plantado en medio de la selva.

     Se llega a él a través de unas pasarelas elevadas para producir el menor impacto posible en el entorno. Tiene 2 plantas y la parte de atrás, la popa del barco, se abre a un lago artificial estratégicamente situado donde, a lo largo del día y la noche, aparecen distintos animales a beber, bañarse y surtirse de sal que, muy a propósito, riegan los que mantienen el sitio.   El piso inferior tienen unas enormes cristaleras con unas vistas magnificas pero el superior es aun mejor, está al aire libre y casi los puedes tocar. Además, es el único sitio donde permitían fumar.

     No hay mucho que hacer en The Ark, creo que a media tarde dan de comer a pájaros y monos que aparecen en las pasarelas pero llegamos tarde para eso. Solo desde las terrazas veíamos como una docena de elefantes y algunas gacelas pastaban y bebían placidamente. Pero nos inventamos un divertimento: Aprovechando la señal wifi del hotel nos comunicamos por WhatsApp con algunos amigos en España para decirles que cada comienzo de cada hora, podían vernos en directo en la webcam del hotel en la siguiente dirección http://www.thearkkenya.com/  y, efectivamente, cada hora, salíamos a ver los animales y saludar a la cámara (también cayó algún que otro cigarrito). Mas tarde recibimos varias fotos que nos habían hecho desde España.

     Cuando se hizo la noche los elefantes se despidieron y aparecieron los búfalos que se adueñaron del lugar (perfectamente iluminados por unos focos de gran potencia).

     La habitación no era tan pequeña como me esperaba, una cómoda cama que calentaban de noche  (aquí si que hacía verdadero frío) y un cuarto de baño funcional. Una habitación sin cerradura, solo con un pestillo para cerrar desde dentro. Y un curioso sistema de timbres de aviso, para las visitas nocturnas al mirador, de animales poco corrientes (aunque se puede desconectar).

     La cena, normalita, en la media de todas las que hicimos en Kenia, una sopa, pollo o cordero, arroz, fruta y esta vez algún dulce.

    Mas tarde pudimos ver un par de ginetas que se acercaron a comer a una de las escaleras de emergencia.

     Cuando nos despertamos la mañana siguiente los búfalos aun seguían allí. Desayunamos dentro y reservamos un café para fuera para ver la manada por ultima vez. Había llovido casi toda la noche y el frío aun se hacía notar.

     Después de algunas fotos más recogimos bártulos y nos despedimos del lugar para ir aun mas al norte, a la reserva de Samburu, pero esa ya es otra historia.