SAMBURU

     La primera foto de la reserva de Samburu esta fechada a las 12 y 40 del día 1 de Septiembre. Desde la puerta de entrada al Lodge aun quedaba otra media hora.

     Entre que nos asignaran las habitaciones y volver al hall a almorzar se fue el resto de la mañana. La primera salida la tendríamos sobre las 4 de la tarde.

     Los primeros kilómetros de recorrido no eran muy prometedores, un terreno reseco de color rojo sembrado de matorrales decrépitos, termiteros a medio derruir y algunas acacias secas. Parecía un cementerio de árboles. Aun así ya comenzamos a ver los primeros animales. Una gran familia de gallinas pintadas o gallinas de Guinea se espantaban a nuestro paso y los dikdiks se camuflaban en los matojos, era difícil verlos.
     Elegimos Samburu por ser una reserva especial. Junto con Shaba y Búfalo Spring (y quizás también Laikipia) forman un conjunto de reservas al norte de Kenia con animales "extraños" que casi solo se ven en estos sitios.

    Uno de ellos es el Dikdik, un pequeño antílope del tamaño de un perro pequeño con ojos enormes y que siempre andan en parejas. Los teníamos incluso al lado del lodge. Si hay un animal ideal para llevarse a casa, era ese. Todos queríamos uno.

    También pululan a cientos los Gerenucs, los antílopes jirafa, con un cuello desproporcionadamente largo y con una curiosa afición a comer a dos patas.

     Ni las jirafas ni las cebras son normales. La cebra de Grevy con rayas estrechas y grandes orejas es la mayor de las cebras y la que mejor se puede domesticar. La jirafa reticulada, con paneles color marrón rojizo perfectamente delimitados por líneas blancas distinta de las otras especies con pelajes menos nítidos y cuadriculados.

    También abundan los Orix Beisa, un soberbio antílope con largísimos y rectísimos cuernos con la cara atravesada por líneas negras.

 

     Vimos todos esos animales y algún que otro mas hasta llegar al río Ewaso-Giro, de pronto la naturaleza cambia. La cercanía del agua hace que crezcan allí matorrales mas tupidos y grandes árboles (acacias y otros). Aquí aun abundan las jirafas pero también vimos elefantes en familia y algunos leones.

 

     El guía fue avisado por radio de la presencia de un leopardo en las cercanías y para allá nos dirigimos.

     En efecto, allí estaba, encaramado a un árbol a mas de seis metros de altura. Abajo en el suelo casi una docena de vehículos rodeaban el árbol aunque a el no parecía importarle demasiado. Retozaba tumbado en el tronco y cuando se movió fue solo para subir aun mas arriba quizás cansado de ser el centro de atención. Parecía mas joven que el que vimos en Aberdares y desde luego mas pequeño. Del sexo, ni idea.

     Poco a poco nos fuimos retirando todos hasta quedarse solo.

 

     El día siguiente volvimos al mismo sitio para encontrar una manada de elefantes y un par de leonas solitarias que se pasearon junto a nosotros y varios vehículos mas, caminando entre ellos como si tal cosa. Luego se subieron a un árbol y nos dedicaron sus mejores poses.

     Por la gran cantidad de excrementos del terreno parecía ser su sitio habitual pero no se les veía con ganas de cazar. Probablemente esperan la noche para darse un festín a juzgar por las familias de gacelas que pastaban cerca.

 

     El Samburu Sopa Lodge no estaba mal. La recepción, el comedor y la zona de la piscina de sitúa en el centro y las habitaciones simulaban cabañas formando una media luna a uno y otro lado. Los pájaros y las ardillas acudían a comer a la mano, incluso alguna especie de tucán de gran pico se aventuraba a posarse en las sillas a rebuscar la migajas.

     Las comidas estaban bien pero con algunos errores. Normalmente en el almuerzo nos traían las opciones para pedir la cena (supongo que para tenerlas adelantadas y así ahorrar) sin embargo luego las traían equivocadas y era muy difícil cambiar. El precio de las bebidas era el normal por estos lares, es decir unos 3 € la cerveza, verdaderamente abusivo.

    Desde el mirador se podían ver babuinos, facóqueros, gerenucs y dikdiks pululando cerca de las instalaciones, incluso de noche.

 

     Las habitaciones se repartían en bungalows a los lados de la zona de recepción, comedor y piscina. Dos habitaciones por bungalow, grandes y coquetas con una pequeña terraza con vistas en la parte trasera. El techo de paja estaba sobreelevado de la estructura lo que hacia que a veces el viento entrara por arriba y moviera la lámpara central, quizás por eso estaba fundida porque no funcionaba. El cuarto de baño, funcional aunque algo escueto, con toallas bastante descoloridas.

     Cortaban la luz todas las noches de 23 a 6 pero algunos enchufes y la caja fuerte con apertura digital, funcionaban.

 

     El segundo día pasamos la mañana en la piscina, casi solos, el lodge estaba bastante vacío.

     Los monos paseaban por detrás y algunos jabalís verrugosos correteaban y pastaban a lo lejos. En una ocasión dos lagartos comenzaron a pelearse (quizás fueran juegos amorosos) y uno de ellos terminó en la piscina. Tuvimos que rescatarlo con un palo aunque creo que podía haber salido por su cuenta. Le dediqué una foto con la cámara acuática.

     Y pronto, muy pronto, se pasaron los dos días de Samburu. A la salida, llevamos al colegio a uno de los niños (al parecer, el hijo del dueño del lodge) al que obsequiamos con uno de los balones. Nos regaló una amplia sonrisa.

     Nos esperaba uno de los Lodges mas bonitos del viaje: El Flamingo Hill del Lago Nakuru.