AMBOSELI

     Llegamos a Nairobi vía Estambul con muy poco retraso, si acaso media hora. Pero a la hora de recoger las maletas, primer problema, la mía no aparece. Y no solo eso, además en la cinta sin fin hay una maleta muy parecida a la mía que no para de dar vueltas y nadie la recoge. En fin, que desisto de seguir esperando que salga y vamos a buscar al guía para ayudarme a hacer la reclamación, él me tranquiliza diciendo que eso es muy frecuente y que suelen llegar el avión siguiente. Por fortuna ese día bajábamos a Amboseli y en 3 días volvíamos a Nairobi para ir al norte. Vaya consuelo, 2 días sin cambiar la ropa y pensando en la posibilidad de que se perdiera definitivamente.

     Casi otra hora mas en poner la reclamación. Efectivamente, mi maleta no era la única extraviada, había otras 5 ó 6 más. Un funcionario me preguntó como era, tecleó unas letras en un ordenador antediluviano (aquello todavía era msdos) y me entregó un papel que salio de una impresora de agujas que tenía al lado.

     El representante en Nairobi de la agencia nos esperaba fuera. Le pagamos el último plazo del viaje y montamos en el vehiculo que sería casi nuestra segunda casa los próximos 11 días, un Toyota Hiace un poco avejentado, con problemas para cerrar el portón trasero pero desahogado en su interior gracias a que solo íbamos cuatro. Ya eran las once de la mañana.

     Tardamos 5 horas en llegar a Amboseli. No sé cuantos kilómetros hay entre uno y otro sitio. Tampoco importa demasiado. Como pudimos comprobar los días siguientes, los desplazamientos en Kenia por carretera son insufribles y los son por muchos motivos. En este caso la salida de la capital no fue tan lenta pero luego la carretera se lleno de camiones a velocidades ridículas y además no hacíamos mas que pasar pueblos pequeños (tres casas junto a la carretera) donde colocaban varios badenes que también enlentecian el recorrido. Me seguiré explicando.

     Cuando estaba planeando el viaje pregunté en el foro de "los viajeros" las distancias entre las distintas reservas, incluso abrí un apartado para ello, las respuestas eran vagas y todo el mundo coincidía en que no se pueden medir los recorridos como en España. La realidad es aun peor. Ya he dicho lo de los camiones y lo de los badenes estratégicamente situados. Las carreteras estatales no están tan mal (me sorprendieron), algunas están bacheadas pero no demasiado, sin embargo, nuestra furgoneta raramente pasaba de los 75 Km/hora y cuando lo hacía, un testigo chivato comenzaba a sonar. Al parecer los vehículos turísticos tiene prohibido circular a mas de 80 (y pasamos muchas carreteras en buen estado) de modo que nos adelantaban todos. Y lo peor: Cuando tomamos el desvío para la reserva, la carretera asfaltada se convierte, casi siempre, en un camino de cabras, a veces ni en camino. En recorrer 60 o 70 Kms. pueden tardarse 3 horas lo que echa al traste con todos los cálculos. Pero, en fin, eso es lo que había.

     Amboseli es una enorme planicie reseca con algunas charcas con agua diseminada donde abunda el verdor y algunos oasis de palmeras, cañas y matorrales donde se asientan los lodges. Todo presidido por el gran monte Kilimanjaro como telón de fondo.

    Esta surcado por caminos de tierra rectos y sobreelevados para que no se inunden, por uno de ellos y cerca del hotel tuvimos la primera experiencia: Un pequeño grupo de elefantes pastaba junto a la carretera pero uno de ellos estaba subido en el camino. No era demasiado grande pero pillaba casi la mitad de la vía. Hundía su trompa en el agua de los lados y recogía bocados de hierba que se llevaba a su boca. Cuando pasamos lentamente junto a él levantó la cabeza y separó las orejas en señal de amenaza, nosotros marcha atrás a la defensiva. Así hasta 4 veces. No había forma de pasar por allí. De modo que, a duras penas, el guía-conductor maniobró dando la vuelta y buscó un camino alternativo. Eso nos retrasó otra media hora.

    Y así fue nuestro primer contacto con los reyes de Amboseli. Una pequeña aventura que contar al menos con una sonrisa. Eso me quitó el problema de la maleta de la cabeza aunque solo fuera por unos momentos.

    El Amboseli Serena Lodge esta situado en uno de esos pequeños oasis entre el paisaje desértico de alrededor. Se encuentra junto al Ol Tukai Lodge y quizás algún establecimiento mas.

     Llegamos tarde pero aun a tiempo para almorzar en el comedor. Nos alojaron en una mesa que seria la misma de toda nuestra estancia. Dejamos nuestras maletas en las habitaciones (excepto la mía, snif) y almorzamos rápido ya que enseguida volveríamos al matatu, que así se llaman a estas furgonetas, para un breve recorrido por los alrededores.

     Los animales aparecen nada mas abandonar el Lodge. Cebras, búfalos, antílopes de diversas familias y algún avestruz se mostraron huidizos ante nosotros, solo los elefantes en los fangales se mostraban indiferentes. Incluso ese famoso animal tan curioso de 5 patas pudo ser fotografiado.

     En la distancia, el viento levantaba remolinos estrechos que ascendían hacia el cielo y ponía un manto gris en el terreno.

   Terminamos viendo ponerse el sol tras las palmeras y a los animales refugiarse en los oasis para pasar la noche. Y casi al final, en la distancia, el Kilimanjaro que había permanecido esquivo toda la tarde, se nos apareció en todo su esplendor. Fue un buen colofón a la jornada.

      Esa misma noche compré en la tienda del lodge un bañador y unas camisetas (afortunadamente siempre intercambiamos ropa interior en las maletas de cada uno, por si acaso).

     Cenamos y aun nos dio tiempo de tomarnos una copa en una terraza del Lodge mientras una gran fogata preparada por los masais calentaba un poco el ambiente.

     Todas las salidas matutinas de safari las hicimos muy temprano, como mucho a las 7 de la mañana, incluso sin desayunar, para aprovechar las horas en que el sol no calienta tanto y los animales están mas activos. A esas horas tan tempranas y en una furgoneta descubierta hace un frío que pela pero en poco tiempo el calor hace su aparición y te sobra todo. Es por eso que lo mejor es vestirse por capas que te puedas quitar.

     El día de hoy incluía una primera salida para volver pronto al Lodge y otra escapada de tarde, después de almorzar. Esto nos permitía disfrutar de las instalaciones y de la piscina del Hotel que no todo iba a ser ver bichos.

     Nos asignaron las habitaciones 93 y 94, justo al lado del comedor y las terrazas miradores, perfectas para no andar demasiado. Muy coquetas, coloridas y agradables, por la noche colocaban las mosquiteras y abrían la cama.

      Desde las terrazas podían verse muchos animales en la lejanía y por la tarde algunos antílopes curiosos se acercaban a beber a las charcas cercanas al Lodge.

     La zona de la piscina estaba siempre vigilada por masais que se encargaban de espantar algunos monos traviesos que se acercaban al recinto. Su sola presencia hacia que subieran a lo mas alto de los árboles. Ya por la mañana habían dado buena cuenta de las sobras del desayuno de una familia con niños en una mesa de la terraza.

     Ese día pasamos por un pequeño lago con algunos pelícanos y subimos al único montículo cercano, el llamado pequeño Kilimanjaro. Y entretanto, mas elefantes, mas antílopes, algún hipopótamo y muchas aves.

     Y otra vez la tarde nos regaló un ocaso soberbio teñido de rojos.

Y muy al final del día el guía nos regaló un espectacular paso de elefantes colocando estratégicamente el vehiculo delante del camino de paso de estos animales.

 

     La mañana siguiente después de desayunar nos despedimos de Amboseli y del sur de Kenia. De nuevo recorrimos los mismos polvorientos caminos en dirección a la reserva de Aberdares.

     Ir a Aberdares.